Bolivia
Pulseada de imaginarios
El sábado pasado estuvo poblado de hechos políticos en Bolivia. El oficialismo festejó en La Paz el resultado de una Asamblea Constituyente altamente criticada por la oposición, en tanto que las fuerzas opositoras declararon, el mismo día, cuatro autonomías fuertemente cuestionadas por el gobierno nacional. Expertos aseguran que se está viviendo una batalla de imaginarios de país.
El escenario de polarización tiene como protagonistas a las regiones más ricas: Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando que aprobaron el día 15 sus estatutos de gobiernos autónomos. Si se logran refrendar en las urnas por parte de la ciudadanía, habrá poderes Ejecutivo y Legislativo en cada una de esas regiones, por lo que se consolidarán como feudos de la oposición al gobierno de Evo Morales. Los autonomistas aseguran que no buscan desmembrar el país, sino que, tal como anota un despacho de AFP, “aceleraron sus autonomías tras la decisión del presidente de aprobar en noviembre pasado una ley que redujo sus presupuestos para financiar una bonificación anual que beneficia a ancianos y tras la aprobación en la Asamblea Constituyente de una nueva Carta Magna sin debate y sin consenso con la oposición”.
Según el calendario que ahora quedó planteado, los electores deberán dormir con la credencial bajo la almohada. Un recuento realizado por la AFP recordó que durante 2008 en Bolivia se podrían registrar hasta 11 referendos, seis departamentales por gobiernos autónomos, tres nacionales –en el marco de la nueva Constitución y revocatorio del presidente– y dos locales. Se trata de un fenómeno que la agencia francesa calificó como “inédito proceso” y que podría desembocar en nuevas elecciones presidenciales y legislativas.
TENSIONES IRRESUELTAS. Bolivia vive hoy una batalla de imaginarios sobre lo que es, hace y debe hacer el Estado. Esta batalla refleja tensiones irresueltas sobre la propiedad de los recursos naturales, la convivencia multicultural y la forma centralizada o descentralizada del Estado, que son recurrentes a lo largo de la historia boliviana. El laberinto de tensiones irresueltas pone al Estado en el centro del cambio histórico. No es sorprendente, entonces, que la batalla de imaginarios encuentre tanta resonancia en los debates actuales en torno a la Asamblea Constituyente, las autonomías y la nacionalización de los hidrocarburos. De este modo comienza el informe de desarrollo humano elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
El organismo asegura que estos imaginarios sociales, a pesar de que actúan en la coyuntura como elemento de unión o división, son construidos en el largo plazo, sobre prejuicios y sentido común. Previsiblemente las Naciones Unidas alerten sobre que no existe un imaginario verdadero o falso, sino que sólo hay imaginarios más o menos representativos de lo que la gente piensa. Tras esta aclaración de corrección política, el pnud describe dos ficciones contrapuestas: la ficción de que “no hay nada que hacer” y la ficción de que “todo está por hacerse”. En la grieta que se abre entre ambas ficciones es posible que se encuentre la situación de inestabilidad actual del país. Una grieta de imaginarios opuestos en medio de la cual, como asegura Mercedes Ibaibarriaga desde un reportaje del diario español El Mundo, Evo Morales, el presidente más votado de la historia boliviana, ha puesto en marcha la reforma total de Bolivia, en lo político, lo económico y lo social, a pesar de que el país avanza hacia la fragmentación en dos mitades, que no tienden puentes para reconciliarse y se bifurcan en su visión de la nueva nación.
AUTONOMÍAS. Del otro lado están los autonomistas. Prefectos de las regiones ricas del país que, ante el hecho político de la Asamblea Constituyente implementada por el oficialismo, levantan la bandera de las autonomías. Como es habitual, la autonomía la piden aquellas regiones que mayores ingresos generan. De cada diez dólares que recibe el Estado boliviano por concepto de impuestos, cuatro provienen de Santa Cruz. Esa grieta, o esos “huecos”, para utilizar el concepto del pnud, hacen que no se pueda decir que el Estado boliviano es un Estado “fallido” ni “inconcluso”. Tampoco es un Estado “fuerte” ni “homogéneo”, sino que, se asegura desde las Naciones Unidas, está en continuo proceso de construcción y refleja la complejidad de la propia sociedad boliviana. Porque tampoco es homogénea la percepción del reclamo de los autonomistas. Hay un componente político, de oponer al gobierno un tema fuerte que busque quitar consensos a una gestión. Pero a la vez ese uso político de las autonomías conecta fuertemente con el imaginario social de las zonas autonomistas. Sin embargo, que conecte no quiere decir que todos los que defienden las autonomías estén de acuerdo con la mirada neoliberal y opositora de los prefectos. El diagnóstico sobre el estado de opinión de los bolivianos, que también condujo las Naciones Unidas (en este caso en conjunto con Idea Internacional), mostró que hay al menos dos tipos de percepción sobre las autonomías. Están aquellos que las ven como una capacidad de administrar recursos regionales y elegir autoridades propias de modo de mejorar equitativamente la calidad de vida de la región. Pero por otro lado, una buena porción de la sociedad las ve con recelo, como emergente de un sentimiento de insolidaridad separatista, que quiere consolidar la concentración de las riquezas en manos de unos pocos.
La polarización va por dentro. Desde afuera todo son apoyos para Evo Morales, aunque algunos de esos respaldos pesen más que otros. Algunos, directamente, pesan en contra, como lo reconoció el líder de la bancada oficialista, que criticó los dichos de Hugo Chávez. El presidente venezolano había alertado sobre un posible golpe de Estado contra Morales y había advertido a Estados Unidos que si eso ocurría sería necesario crear “varios Vietnam” en el país andino. Aunque en su discurso había invocado una suerte de defensa regional del proceso político boliviano, la cancillería ecuatoriana se desmarcó de inmediato indicando su apego al principio de no intervención. Lo que sí obtuvo Morales de la región fue el respaldo político de los demás presidentes presentes en la cumbre del Mercosur celebrada esta semana pasada en Montevideo. También resultaron sumamente oportunos otros gestos políticos de la semana, como el anuncio de que se avanzará en una carretera hacia el Pacífico, acordado con la mandataria chilena Michelle Bachelet, o el respaldo del jefe de gobierno de Brasil, Lula da Silva, a las inversiones en el campo energético.
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 21 de diciembre de 2007)
El escenario de polarización tiene como protagonistas a las regiones más ricas: Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando que aprobaron el día 15 sus estatutos de gobiernos autónomos. Si se logran refrendar en las urnas por parte de la ciudadanía, habrá poderes Ejecutivo y Legislativo en cada una de esas regiones, por lo que se consolidarán como feudos de la oposición al gobierno de Evo Morales. Los autonomistas aseguran que no buscan desmembrar el país, sino que, tal como anota un despacho de AFP, “aceleraron sus autonomías tras la decisión del presidente de aprobar en noviembre pasado una ley que redujo sus presupuestos para financiar una bonificación anual que beneficia a ancianos y tras la aprobación en la Asamblea Constituyente de una nueva Carta Magna sin debate y sin consenso con la oposición”.
Según el calendario que ahora quedó planteado, los electores deberán dormir con la credencial bajo la almohada. Un recuento realizado por la AFP recordó que durante 2008 en Bolivia se podrían registrar hasta 11 referendos, seis departamentales por gobiernos autónomos, tres nacionales –en el marco de la nueva Constitución y revocatorio del presidente– y dos locales. Se trata de un fenómeno que la agencia francesa calificó como “inédito proceso” y que podría desembocar en nuevas elecciones presidenciales y legislativas.
TENSIONES IRRESUELTAS. Bolivia vive hoy una batalla de imaginarios sobre lo que es, hace y debe hacer el Estado. Esta batalla refleja tensiones irresueltas sobre la propiedad de los recursos naturales, la convivencia multicultural y la forma centralizada o descentralizada del Estado, que son recurrentes a lo largo de la historia boliviana. El laberinto de tensiones irresueltas pone al Estado en el centro del cambio histórico. No es sorprendente, entonces, que la batalla de imaginarios encuentre tanta resonancia en los debates actuales en torno a la Asamblea Constituyente, las autonomías y la nacionalización de los hidrocarburos. De este modo comienza el informe de desarrollo humano elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
El organismo asegura que estos imaginarios sociales, a pesar de que actúan en la coyuntura como elemento de unión o división, son construidos en el largo plazo, sobre prejuicios y sentido común. Previsiblemente las Naciones Unidas alerten sobre que no existe un imaginario verdadero o falso, sino que sólo hay imaginarios más o menos representativos de lo que la gente piensa. Tras esta aclaración de corrección política, el pnud describe dos ficciones contrapuestas: la ficción de que “no hay nada que hacer” y la ficción de que “todo está por hacerse”. En la grieta que se abre entre ambas ficciones es posible que se encuentre la situación de inestabilidad actual del país. Una grieta de imaginarios opuestos en medio de la cual, como asegura Mercedes Ibaibarriaga desde un reportaje del diario español El Mundo, Evo Morales, el presidente más votado de la historia boliviana, ha puesto en marcha la reforma total de Bolivia, en lo político, lo económico y lo social, a pesar de que el país avanza hacia la fragmentación en dos mitades, que no tienden puentes para reconciliarse y se bifurcan en su visión de la nueva nación.
AUTONOMÍAS. Del otro lado están los autonomistas. Prefectos de las regiones ricas del país que, ante el hecho político de la Asamblea Constituyente implementada por el oficialismo, levantan la bandera de las autonomías. Como es habitual, la autonomía la piden aquellas regiones que mayores ingresos generan. De cada diez dólares que recibe el Estado boliviano por concepto de impuestos, cuatro provienen de Santa Cruz. Esa grieta, o esos “huecos”, para utilizar el concepto del pnud, hacen que no se pueda decir que el Estado boliviano es un Estado “fallido” ni “inconcluso”. Tampoco es un Estado “fuerte” ni “homogéneo”, sino que, se asegura desde las Naciones Unidas, está en continuo proceso de construcción y refleja la complejidad de la propia sociedad boliviana. Porque tampoco es homogénea la percepción del reclamo de los autonomistas. Hay un componente político, de oponer al gobierno un tema fuerte que busque quitar consensos a una gestión. Pero a la vez ese uso político de las autonomías conecta fuertemente con el imaginario social de las zonas autonomistas. Sin embargo, que conecte no quiere decir que todos los que defienden las autonomías estén de acuerdo con la mirada neoliberal y opositora de los prefectos. El diagnóstico sobre el estado de opinión de los bolivianos, que también condujo las Naciones Unidas (en este caso en conjunto con Idea Internacional), mostró que hay al menos dos tipos de percepción sobre las autonomías. Están aquellos que las ven como una capacidad de administrar recursos regionales y elegir autoridades propias de modo de mejorar equitativamente la calidad de vida de la región. Pero por otro lado, una buena porción de la sociedad las ve con recelo, como emergente de un sentimiento de insolidaridad separatista, que quiere consolidar la concentración de las riquezas en manos de unos pocos.
La polarización va por dentro. Desde afuera todo son apoyos para Evo Morales, aunque algunos de esos respaldos pesen más que otros. Algunos, directamente, pesan en contra, como lo reconoció el líder de la bancada oficialista, que criticó los dichos de Hugo Chávez. El presidente venezolano había alertado sobre un posible golpe de Estado contra Morales y había advertido a Estados Unidos que si eso ocurría sería necesario crear “varios Vietnam” en el país andino. Aunque en su discurso había invocado una suerte de defensa regional del proceso político boliviano, la cancillería ecuatoriana se desmarcó de inmediato indicando su apego al principio de no intervención. Lo que sí obtuvo Morales de la región fue el respaldo político de los demás presidentes presentes en la cumbre del Mercosur celebrada esta semana pasada en Montevideo. También resultaron sumamente oportunos otros gestos políticos de la semana, como el anuncio de que se avanzará en una carretera hacia el Pacífico, acordado con la mandataria chilena Michelle Bachelet, o el respaldo del jefe de gobierno de Brasil, Lula da Silva, a las inversiones en el campo energético.
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 21 de diciembre de 2007)
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