Intifada saharaui
Civiles desarmados enfrentándose con la policía y reclamando el respeto a los derechos políticos de su pueblo. Por detrás la amenaza de un regreso a las armas si la represión aumenta. Ese panorama, que se registra en el del Sahara Occidental desde hace casi diez días y que tuvo uno de sus episodios más recientes el martes pasado, en la pequeña población de Dajla, está cambiando la calificación mediática del conflicto. De estar entre los ‘conflictos olvidados’ ha pasado a ser la ‘intifada saharaui’.
Los voceros de los grupos pro derechos humanos cercanos a los saharaius advirtieron, durante una ronda de prensa, que “una represión continuada en el Sahara Occidental podría empujar al Frente Polisario a retomar las armas contra Marruecos”. La causa algunos la ponen en la política equivocada de los países vecinos (los pro-saharauis culpan a España de inacción, en tanto que los pro-marroquíes acusan a Argelia de “alimentar los odios”), otros en el interés de Marruecos en las riquezas del territorio (fosfato, prospecciones pretroleras y la pesca al alcance de la mano), o en cierto “adormecimiento” de la comunidad internacional. Pero incluso si no se retoma el frente militar, la crisis del Sahara está en un camino de resurgimiento a partir de las demostraciones del pasado 23 de mayo. En esta nueva etapa los jóvenes, que nacieron durante los años del estancamiento, están asumiendo un protagonismo que agrega otro ingrediente muy a gusto del paladar de quienes comparan la nueva situación saharaui con la intifada palestina. Los propios independentistas colaboran a esta “toma en préstamo” y ya no sólo apelan al término aislado de intifada sino que se nutren de todo su abanico conceptual. A través de los despachos del Sahara Presse Service, por ejemplo, denominan como “territorios ocupados” a las zonas del Sahara que están en poder de Marruecos.
Brahim Noumria (foto), militante saharaui que estuvo en prisión durante los años ochenta, recibió junto con varios de sus colegas a un grupo de periodistas españoles que quisieron visitar el lugar de los disturbios de la semana pasada. Numria, según lo recogido por EFE, insistió en que el problema de los saharauis no es con la población marroquí sino con el régimen de Marruecos, pero manifestó su temor de que las autoridades 'integren en la represión' a los civiles marroquíes y se puedan producir enfrentamientos entre ambas comunidades. Esta comprobación sobre el terreno coincide con la columna que publicó Carlos Ruiz en El Semanal Digital: “La población (saharaui) en contacto con los ‘hermanos marroquíes’, lejos de ‘marroquinizarse’, es aún más radicalmente independentista que la que vive en el exilio de Tinduf o Mauritania”, lo que suma a sus demás argumentos para concluir su alineamiento con la postura que afirma que “el pueblo saharaui es un hecho cultural, social, jurídico y político innegable”.
==Primera parte de cuatro
* 2- Recursos naturales
* 3- Derechos Humanos
* 4- Posición incómoda
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 12 de octubre de 2005)
Los voceros de los grupos pro derechos humanos cercanos a los saharaius advirtieron, durante una ronda de prensa, que “una represión continuada en el Sahara Occidental podría empujar al Frente Polisario a retomar las armas contra Marruecos”. La causa algunos la ponen en la política equivocada de los países vecinos (los pro-saharauis culpan a España de inacción, en tanto que los pro-marroquíes acusan a Argelia de “alimentar los odios”), otros en el interés de Marruecos en las riquezas del territorio (fosfato, prospecciones pretroleras y la pesca al alcance de la mano), o en cierto “adormecimiento” de la comunidad internacional. Pero incluso si no se retoma el frente militar, la crisis del Sahara está en un camino de resurgimiento a partir de las demostraciones del pasado 23 de mayo. En esta nueva etapa los jóvenes, que nacieron durante los años del estancamiento, están asumiendo un protagonismo que agrega otro ingrediente muy a gusto del paladar de quienes comparan la nueva situación saharaui con la intifada palestina. Los propios independentistas colaboran a esta “toma en préstamo” y ya no sólo apelan al término aislado de intifada sino que se nutren de todo su abanico conceptual. A través de los despachos del Sahara Presse Service, por ejemplo, denominan como “territorios ocupados” a las zonas del Sahara que están en poder de Marruecos.
Brahim Noumria (foto), militante saharaui que estuvo en prisión durante los años ochenta, recibió junto con varios de sus colegas a un grupo de periodistas españoles que quisieron visitar el lugar de los disturbios de la semana pasada. Numria, según lo recogido por EFE, insistió en que el problema de los saharauis no es con la población marroquí sino con el régimen de Marruecos, pero manifestó su temor de que las autoridades 'integren en la represión' a los civiles marroquíes y se puedan producir enfrentamientos entre ambas comunidades. Esta comprobación sobre el terreno coincide con la columna que publicó Carlos Ruiz en El Semanal Digital: “La población (saharaui) en contacto con los ‘hermanos marroquíes’, lejos de ‘marroquinizarse’, es aún más radicalmente independentista que la que vive en el exilio de Tinduf o Mauritania”, lo que suma a sus demás argumentos para concluir su alineamiento con la postura que afirma que “el pueblo saharaui es un hecho cultural, social, jurídico y político innegable”.
==Primera parte de cuatro
* 2- Recursos naturales
* 3- Derechos Humanos
* 4- Posición incómoda
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 12 de octubre de 2005)
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