La religión como trinchera
Una canonización como la de Santa Inés hubiera sido removedora en Polonia, pero a los checos, mayoritariamente laicos, no les causó mayor sobresalto místico. Fue, eso sí, una oportunidad para mostrar su descontento contra el régimen. Los comunistas locales nunca tuvieron buenas relaciones con los católicos.
Incluso cuando un grupo de fieles norteamericanos aportó el dinero para reconstruir un monasterio que había sido destruido por un error de cálculo de la aviación aliada, el gobierno checo lo usó para levantar de sus escombros un templo protestante. Se trataba de la capilla de Belén, en la que predicaba Jan Hus, rector de la Universidad de Praga, quemado en la hoguera por los católicos y visto por los checos como un héroe nacional. La política oficial de los años de la Checoslovaquia comunista se sentía muy cómoda con la figura de Hus (en la foto su monumento en la plaza de la ciudad vieja de Praga). El reformador religioso les permitía reivindicar una forma de religiosidad popular, anticlerical, y nacional. De cualquier modo, con Hus o contra él, resultaba muy difícil practicar una religión en la época del socialismo real.
No estaba prohibido ir a la iglesia, pero quien lo hacía se buscaba problemas. La religión se había transformado en otro frente de la Guerra Fría. Pero los dividendos de la religión tomada como campo de batalla cambian cuando el tiempo real deja atrás las necesidades de los tiempos políticos. Actualmente, pese a no existir presión oficial, las iglesias checas siguen perdiendo creyentes. Listos a ingresar a la Unión Europea, uno de cada diez checos es creyente activo, tres son creyentes no practicantes, y los seis restantes no son creyentes. En 1991 comulgaba con alguna de las iglesias el 40% de la población, mientras que actualmente tan sólo lo hace el 33%. Los tiempos cambian, es cierto, pero cambian de manera diferente según el cristal con que se miren.
==Segunda parte de dos
* 1- La quijada de Santa Inés
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha 3 de abril de 2004)
Incluso cuando un grupo de fieles norteamericanos aportó el dinero para reconstruir un monasterio que había sido destruido por un error de cálculo de la aviación aliada, el gobierno checo lo usó para levantar de sus escombros un templo protestante. Se trataba de la capilla de Belén, en la que predicaba Jan Hus, rector de la Universidad de Praga, quemado en la hoguera por los católicos y visto por los checos como un héroe nacional. La política oficial de los años de la Checoslovaquia comunista se sentía muy cómoda con la figura de Hus (en la foto su monumento en la plaza de la ciudad vieja de Praga). El reformador religioso les permitía reivindicar una forma de religiosidad popular, anticlerical, y nacional. De cualquier modo, con Hus o contra él, resultaba muy difícil practicar una religión en la época del socialismo real.
No estaba prohibido ir a la iglesia, pero quien lo hacía se buscaba problemas. La religión se había transformado en otro frente de la Guerra Fría. Pero los dividendos de la religión tomada como campo de batalla cambian cuando el tiempo real deja atrás las necesidades de los tiempos políticos. Actualmente, pese a no existir presión oficial, las iglesias checas siguen perdiendo creyentes. Listos a ingresar a la Unión Europea, uno de cada diez checos es creyente activo, tres son creyentes no practicantes, y los seis restantes no son creyentes. En 1991 comulgaba con alguna de las iglesias el 40% de la población, mientras que actualmente tan sólo lo hace el 33%. Los tiempos cambian, es cierto, pero cambian de manera diferente según el cristal con que se miren.
==Segunda parte de dos
* 1- La quijada de Santa Inés
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha 3 de abril de 2004)
Etiquetas: Religiones, Religiones 2000/2004
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