09 enero 2004

La guerra como excusa para la esclavitud

Petróleo, fundamentalismo islamista, tráfico de esclavos, y presiones de la derecha cristiana. Cuatro elementos con suficiente peso como para motivar que el Secretario de Estado estadounidense, Colin Powell se implique directamente en una negociación relámpago para apurar la firma de un tratado de paz en Sudán luego de veinte años de enfrentamientos. Ese país tiene petróleo, alguna vez sirvió de santuario a Bin Laden, y tiene una guerra civil alimentada por un componente religioso entre el norte islamista y el sur cristiano. El interés de Bush de implicarse directamente en la salida negociada del conflicto, que parece haberse obtenido en esta primer semana del año, no parece tener relación con los recursos naturales ni con la guerra contra el terrorismo, sino que estaría vinculada a un tema más doméstico: su reelección como presidente de Estados Unidos.

El alto costo que está teniendo la paz virtual en Afganistán e Irak, la desmaterialización de Bin Laden, y lo rápido que se han diluido los ecos positivos de la captura de Saddam Hussein, han obligado a los republicanos a centrar en la política interior sus estrategias para la inminente campaña electoral. Una prueba de esto son los recientes anuncios de Bush en políticas migratorias, que fueron recibidos con simpatía por parte de la cada vez más influyente comunidad hispana de Estados Unidos. Pero si bien es cierto que para crecer en número de votos, Bush debe disputar terreno en temas donde puede tener competencia de los demócratas, no puede descuidar las tradicionales fuentes de apoyo republicanas. En este término de la ecuación es donde entra el aparentemente lejano proceso de paz sudanés.

Varias organizaciones cristianas de Estados Unidos y Europa se han implicado en la defensa de los habitantes del sur de Sudán, denunciando internacionalmente situaciones de violaciones de los derechos humanos por parte de un gobierno que parece responder exclusivamente al sentir de los islamistas del Norte. Uno de los lados más siniestros de esta guerra, es la práctica sistemática por parte de los sectores islamistas de redadas contra la población cristiana, como resultado de las cuales grandes cantidades de personas son secuestradas de sus aldeas para luego ser obligadas a trabajar sin paga para los terratenientes pro gubernamentales. Estas razzias, justificadas como parte de las medidas de contrainsurgencia que se realizan para neutralizar a los grupos guerrilleros (potencialmente separatistas) del sur del país, camuflan un lucrativo tráfico de esclavos. Algunas de las iglesias que forman parte del lobby republicano han llegado a negociar con los "propietarios" de esclavos, aprovechado diferentes momentos de cese al fuego para "liberar" a miles de esclavos pagando una media de cien dólares por cada persona. En la fotografía (tomada del web de CSI), puede verse a miembros de Christian Solidarity International tomando impresiones digitales de personas recientemente rescatadas, a los efectos de iniciar un proceso de documentación que dificulte su recaptura.
Si bien el resultado inmediato es muy positivo para las víctimas, ya que pueden volver a sus aldeas y abandonan campos de trabajo en los que son maltratados de diversas formas, hay quienes critican estas políticas de los grupos cristianos estadounidenses y europeos porque -opinan- contribuyen a mantener con vida el mercado de esclavos. Si hay quien pague por "liberar", habrá más incentivos para capturar esclavos nuevos. Se calcula que entre 1995 y 2001, sólo Christian Solidarity International "redimió" (para usar sus palabras) a unos sesenta mil esclavos. Tal vez haciéndose eco de estas críticas, el Dr. John Eibner, Director Ejecutivo de Christian Solidarity International, urgió al Presidente Bush a aprovechar la "ventana de oportunidad" que ofrecían los indicios de alto al fuego para conseguir una solución al conflicto que implicara la eliminación de esta práctica y la liberación voluntaria de los esclavos remanentes ante el temor de sus "propietarios" de ser castigados por crímenes contra la humanidad. Los avances conseguidos en esta primer semana del 2004, parecen ser una respuesta de la administración republicana a ese reclamo, luego de dos décadas de conflicto entre el gobierno sudanés y el Ejército Popular de Liberación de Sudán (EPLS). Los términos del acuerdo no se reducen a cuestiones humanitarias, e incluyen un reparto de las ganancias petroleras entre el norte y el sur.

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 9 de enero de 2004)

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