19 diciembre 2003

La captura de Saddam: ¿Es o no es?

Tal vez uno de los elementos más significativos de la captura de Saddam Hussein fue el fenómeno masivo de incredulidad que desató en las conversaciones cotidianas. Allí estaban las imágenes de las iluminadas amígdalas de un anciano despeinado, las declaraciones triunfalistas de la administración Bush, y los reclamos de la comunidad internacional pidiendo un juicio justo. Pero pese a la aparente abundancia de pruebas, la ingobernable opinión pública, esa que se compone de las conversaciones de oficina a la hora del té o de las informales sobremesas en la pausa del almuerzo, no dejaba de expresar sus dudas. Las versiones que podían obtenerse en el lugar de los hechos, no en Bagdad sino en Montevideo (ya a comienzos de los ochenta Umberto Eco decía que el verdadero desafío de un proyecto de comunicación no es controlar las plantas emisoras sino orientar el modo en que el televidente recibe los mensajes en el living de su casa), apuntaban a una misma lógica: si la guerra se desató para buscar armas que siempre se supo que no existían, y si una de sus operaciones militares más publicitadas -el rescate de una soldado de 19 años- fue una farsa digna de Ed Wood, nada impide que la captura del as de la baraja sea un acto de prestidigitación.

Así se fueron sucediendo las hipótesis, que en su versión más extrema aseguraban que el capturado no es el ex dictador sino uno de sus numerosos dobles. Llevando esta línea de razonamiento a sus últimas consecuencias, un noctámbulo fabulador llegó a desgranar una complicada trama según la cual las fuerzas de ocupación tendrían prisioneros a los ocho dobles oficiales de Saddam, y en una operativa digna de las masacres sucesorias del viejo imperio otomano, habrían matado a seis de estos dobles, dejando con vida sólo a dos, uno destinado a cumplir en tribunales el rol de su defenestrado amo, y el otro como amenaza permanente para disuadir cualquier posible ráfaga de lealtad in extremis del candidato elegido. El verdadero Saddam, según esta fantasía, habría muerto en un bombardeo al comienzo de la guerra.

El vínculo imaginario que establece cada persona con el mundo que lo rodea, está parcialmente construido por el mercado noticioso, pero esencialmente depende de un mosaico de elementos, entre los que se cuentan los prejuicios, las opciones políticas, y las múltiples interrelaciones simbólicas que esa persona establece con el magma social de amigos, parientes y conocidos con que interactúa a diario. En ese contexto, la política internacional es vivida las más de las veces como engaño, y se la piensa motivada por la ambición personal de los líderes, los intereses económicos de las grandes corporaciones, o la intencionalidad electoral de los partidos de gobierno y oposición en los países centrales.

Las investigaciones que se presentan como "revelaciones" de oscuras tramas tejidas alrededor de episodios más o menos históricos, no revelan nada nuevo, sino que confirman lo que en general se supone que ocurre tras las bambalinas del poder. Lo extraño no es, entonces, la enorme cantidad de dudas que generó en la opinión pública la captura de Hussein. Lo curioso es que alguien haya podido pensar que ese anciano fugitivo podía ser vendido a los televidentes como el temible jefe de una poderosa resistencia que tiene en jaque a la mayor potencia militar del planeta. Paradójicamente, es muy probable que las imágenes de la captura sean reales, y que se trate del verdadero Saddam. Algo que agrega credibilidad a la tesis de que el prisionero es, en efecto, el ex hombre fuerte iraquí, son las versiones que atribuyen la ubicación de su escondite a una labor de inteligencia del antiguo Partido Comunista del Kurdistán, algo que Estados Unidos no parece muy deseoso de aceptar. En todo caso, de haber sido un montaje, todo habría sido maquillado con una mayor verosimilitud. El error de comunicación de Washington fue mezclar verdad y mentira, ya que si el capturado es Saddam, entonces él no era el jefe de la resistencia.

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 19 de diciembre de 2003)

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