Protopsalti, Dalaras y Alexiou
El siguiente trabajo de Bregovic fue el que hizo con la griega Alkistis Protopsalti, quien entre otras canciones recreó con su particular voz algunos de los temas de Tiempo de Gitanos, originando el disco Paralekstika (foto). Al igual que Kavafis, uno de los más grandes poetas griegos, Alkistis Protopsalti nació en Alejandría, la ciudad que Alejandro Magno fundó en Egipto y que es, en buena parte de su herencia cultural, esencialmente helénica. Ese origen está presente en el primer disco de Protopsalti, quien a los 18 años (1975) grabó Tetralogía, basada en poemas de Kavafis, Seferis, Karyotakis y Ritsos. Fue el inicio una carrera en la que editó decenas de discos, en varios de ellos regresando a los poetas contemporáneos (como en Prosanatolismoi, de 1984, basado en obras de Elitis musicalizadas por Andriopulus). En los últimos años cada uno de sus trabajos ha logrado rápidos éxitos de ventas, como ocurrió con San Ifestio sobre letras de Lyna Nikolakopoulou (la misma escritora con la que colaboró en Paralekstika, de Bregovic) que fue disco de platino en sólo tres meses. La presunción de que el creador yugoslavo es el mejor anfitrión para conocer lo más interesante de la música griega actual, parece confirmarse con su aparcería junto a Giorgios Dalaras.
En la escena musical griega, una de las escasas figuras que puede compararse a Protopsalti en trayectoria y popularidad es Giorgios Dalaras, quien en el marco de una de sus giras se presentó en Montevideo y que en julio del 2000 llegó nuevamente a Buenos Aires aunque -esta vez- sin cruzar el Río de la Plata. Una buena prueba de esa popularidad son las canciones de su autoría que suenan constantemente en las radios de los taxis o las tabernas de Atenas, así como la abundante oferta de diferentes compactos que hay en todas las disquerías griegas, entre las que se destacan paquetes de doce títulos que se venden en una presentación que semeja un archivador de oficina en miniatura. Un indicador de su rigurosidad musical es su partenariato con las más connotadas figuras de la música griega y balcánica: en uno de sus últimos discos, Tesaloniki-Giannena (1998), interpreta músicas de Goran Bregovic, obteniendo como resultado un exquisito material si pasamos por alto un insufrible surco en el que Dalaras rapea a dúo con una supuesta estrella infantil de la canción griega.
Una breve biografía de Dalaras debe decir que nació en el puerto del Pireo en 1949, hijo de un cantor popular e instrumentista de cierto renombre. En 1974 Mikis Teodorakis le propone cantar las 18 canciones de la patria amarga, escritas por Yiannis Ritsos durante la Dictadura de los Coroneles. A pesar que en 1966, a los 16 años, había editado su primer disco, es ese trabajo con Teodorakis el de su verdadera mayoría de edad. Desde entonces lleva vendidas ocho millones de placas en las que ha cantado desde música bizantina hasta una versión de la Misa Criolla de Ariel Ramírez, y ha compartido escenario con nombres como Paco de Lucía o Al di Meola.
En dos de los principales discos del inicio de su carrera, Asia Menor e Himnos Bizantinos, Dalaras canta junto a la otra gran figura griega que estuvo en Uruguay: Haris Alexiou (se pronuncia Alexiu). Esta cantante nació en la Tebas de Asia Menor, una zona de la Turquía actual que tiene raíces históricas profundamente helénicas. Ese origen permite a Alexiou mezclar la música griega folklórica (demótica) con lo más refinado de la música oriental (smyrneika), en un estilo personal que ha sido calificado de bizantino. Si se repasa la discografía de Alexiou, una vez más aparece Teodorakis en el impulso inicial de una carrera. Otro nombre que puede considerarse denominador común en la trayectoria de los principales intérpretes es el de la escritora Lina Nikolakopoulou; sus letras las cantó Protopsalti y también Alexiou (en su álbum Di Efchon, de 1992). Las colaboraciones de Alexiou no se detienen allí, sino que ha trabajado en conjunto con el italiano Nino Rota o con la canadiense Loreena McKennitt.
Junto a Dalaras y Protopsalti, Haris Alexiou forma la trilogía de intérpretes de mayor personalidad de la música griega de hoy, que suman a su rigor un abrumador éxito comercial. En conjunto, estos artistas componen un mapa con el que cualquier visitante puede orientarse para dar con los sonidos que le dan a la música de Grecia un rostro balcánico y mediterráneo.
==Segunda parte de cuatro
* 1- Después de Kusturica: Tiempo de música balcánica
* 3- Los oídos alerta
* 4- Gitanos del Este
(Publicado en Brecha en enero de 2001)
En la escena musical griega, una de las escasas figuras que puede compararse a Protopsalti en trayectoria y popularidad es Giorgios Dalaras, quien en el marco de una de sus giras se presentó en Montevideo y que en julio del 2000 llegó nuevamente a Buenos Aires aunque -esta vez- sin cruzar el Río de la Plata. Una buena prueba de esa popularidad son las canciones de su autoría que suenan constantemente en las radios de los taxis o las tabernas de Atenas, así como la abundante oferta de diferentes compactos que hay en todas las disquerías griegas, entre las que se destacan paquetes de doce títulos que se venden en una presentación que semeja un archivador de oficina en miniatura. Un indicador de su rigurosidad musical es su partenariato con las más connotadas figuras de la música griega y balcánica: en uno de sus últimos discos, Tesaloniki-Giannena (1998), interpreta músicas de Goran Bregovic, obteniendo como resultado un exquisito material si pasamos por alto un insufrible surco en el que Dalaras rapea a dúo con una supuesta estrella infantil de la canción griega.
Una breve biografía de Dalaras debe decir que nació en el puerto del Pireo en 1949, hijo de un cantor popular e instrumentista de cierto renombre. En 1974 Mikis Teodorakis le propone cantar las 18 canciones de la patria amarga, escritas por Yiannis Ritsos durante la Dictadura de los Coroneles. A pesar que en 1966, a los 16 años, había editado su primer disco, es ese trabajo con Teodorakis el de su verdadera mayoría de edad. Desde entonces lleva vendidas ocho millones de placas en las que ha cantado desde música bizantina hasta una versión de la Misa Criolla de Ariel Ramírez, y ha compartido escenario con nombres como Paco de Lucía o Al di Meola.
En dos de los principales discos del inicio de su carrera, Asia Menor e Himnos Bizantinos, Dalaras canta junto a la otra gran figura griega que estuvo en Uruguay: Haris Alexiou (se pronuncia Alexiu). Esta cantante nació en la Tebas de Asia Menor, una zona de la Turquía actual que tiene raíces históricas profundamente helénicas. Ese origen permite a Alexiou mezclar la música griega folklórica (demótica) con lo más refinado de la música oriental (smyrneika), en un estilo personal que ha sido calificado de bizantino. Si se repasa la discografía de Alexiou, una vez más aparece Teodorakis en el impulso inicial de una carrera. Otro nombre que puede considerarse denominador común en la trayectoria de los principales intérpretes es el de la escritora Lina Nikolakopoulou; sus letras las cantó Protopsalti y también Alexiou (en su álbum Di Efchon, de 1992). Las colaboraciones de Alexiou no se detienen allí, sino que ha trabajado en conjunto con el italiano Nino Rota o con la canadiense Loreena McKennitt.
Junto a Dalaras y Protopsalti, Haris Alexiou forma la trilogía de intérpretes de mayor personalidad de la música griega de hoy, que suman a su rigor un abrumador éxito comercial. En conjunto, estos artistas componen un mapa con el que cualquier visitante puede orientarse para dar con los sonidos que le dan a la música de Grecia un rostro balcánico y mediterráneo.
==Segunda parte de cuatro
* 1- Después de Kusturica: Tiempo de música balcánica
* 3- Los oídos alerta
* 4- Gitanos del Este
(Publicado en Brecha en enero de 2001)
Etiquetas: Balcanes, Grecia, Serbia 2000/2001
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