No todo lo prohibido se puede hacer
Como ya es costumbre, la política internacional no estará ausente de los Juegos Olímpicos que comenzarán este 15 de setiembre. Lo confirman la prohibición de competir que pesa sobre Afganistán y el veto cubano a que dos de sus atletas concurran bajo bandera española. La guerra de Bosnia, los derechos de los indígenas, y la participación de estrellas de la comunidad gay en las ceremonias olímpicas, son otros factores extra deportivos presentes en la agenda de Sidney 2000.
En 1980 Estados Unidos y sus aliados se negaron a concurrir a los Juegos Olímpicos de Moscú, como protesta por la invasión soviética a Afganistán. Veinte años más tarde, el que no participa de los juegos de Sidney 2000, por decisión del Comité Olímpico Internacional (COI), es el país entonces invadido. En 1980 la intervención soviética intentaba impedir que los talibanes, fundamentalistas islámicos, tomaran el poder en Afganistán; hoy la razón para prohibir a los afganos tomar parte de la competencia se basa tanto en aspectos formales como en características del gobierno talibán que resultarían incompatibles con las normas olímpicas.
Los talibanes fueron en sus orígenes un grupo guerrillero formado por estudiantes de teología islámica, mayoritariamente integrantes de la etnia pashtún que habita el sur del país. Aunque en 1996 tomaron el control de la capital afgana, Kabul, y actualmente controlan el 90 por ciento del territorio del país, no han logrado reconocimiento internacional para su Emirato Islámico de Afganistán, y no tienen un Comité Olímpico nacional en funcionamiento. Las autoridades olímpicas, sin embargo, no se han limitado a estos aspectos formales para justificar su decisión, sino que han hecho referencia a la posición afgana que prohíbe a las mujeres practicar deportes, en la que tal vez sea la más inocente de una serie de medidas en contra de los derechos de las mujeres que han despertado indignación en Occidente y provocado varias campañas de denuncia por parte de organizaciones defensoras de los derechos humanos y de activistas en temas de género.
Afganistán, empobrecida nación de 21 millones de habitantes con una renta per cápita inferior a los 220 dólares, sólo podrá enviar dos observadores a Sidney -sin que ésto implique "ninguna promesa de reconocimiento futuro", aclaró el COI-, pero deberá dejar en casa a sus atletas, quienes a pesar de no poder usar pantalones cortos y usar barba obligatoria aseguran ser competitivos en lucha, boxeo y fútbol. El origen de estas habilidades hay que buscarlo en sus deportes tradicionales: el ghosai y el buzkashi. El primero es una forma colectiva de la lucha; el buzkashi (foto), en un ejercicio de imaginación, podría asimilarse al fútbol, con la diferencia de que en lugar de una pelota, los equipos deben embocar una vaca muerta en la meta.
==Primera parte de ocho
* 2- La veté porque era mía
* 3- "Robo de atletas"
* 4- Enemigos en la villa olímpica
* 5- Aborígenes y drag-queens
* 6- Timor Oriental
* 7- Sobornos
* 8- Ecos de Vietnam
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en agosto de 2000)
En 1980 Estados Unidos y sus aliados se negaron a concurrir a los Juegos Olímpicos de Moscú, como protesta por la invasión soviética a Afganistán. Veinte años más tarde, el que no participa de los juegos de Sidney 2000, por decisión del Comité Olímpico Internacional (COI), es el país entonces invadido. En 1980 la intervención soviética intentaba impedir que los talibanes, fundamentalistas islámicos, tomaran el poder en Afganistán; hoy la razón para prohibir a los afganos tomar parte de la competencia se basa tanto en aspectos formales como en características del gobierno talibán que resultarían incompatibles con las normas olímpicas.
Los talibanes fueron en sus orígenes un grupo guerrillero formado por estudiantes de teología islámica, mayoritariamente integrantes de la etnia pashtún que habita el sur del país. Aunque en 1996 tomaron el control de la capital afgana, Kabul, y actualmente controlan el 90 por ciento del territorio del país, no han logrado reconocimiento internacional para su Emirato Islámico de Afganistán, y no tienen un Comité Olímpico nacional en funcionamiento. Las autoridades olímpicas, sin embargo, no se han limitado a estos aspectos formales para justificar su decisión, sino que han hecho referencia a la posición afgana que prohíbe a las mujeres practicar deportes, en la que tal vez sea la más inocente de una serie de medidas en contra de los derechos de las mujeres que han despertado indignación en Occidente y provocado varias campañas de denuncia por parte de organizaciones defensoras de los derechos humanos y de activistas en temas de género.
Afganistán, empobrecida nación de 21 millones de habitantes con una renta per cápita inferior a los 220 dólares, sólo podrá enviar dos observadores a Sidney -sin que ésto implique "ninguna promesa de reconocimiento futuro", aclaró el COI-, pero deberá dejar en casa a sus atletas, quienes a pesar de no poder usar pantalones cortos y usar barba obligatoria aseguran ser competitivos en lucha, boxeo y fútbol. El origen de estas habilidades hay que buscarlo en sus deportes tradicionales: el ghosai y el buzkashi. El primero es una forma colectiva de la lucha; el buzkashi (foto), en un ejercicio de imaginación, podría asimilarse al fútbol, con la diferencia de que en lugar de una pelota, los equipos deben embocar una vaca muerta en la meta.
==Primera parte de ocho
* 2- La veté porque era mía
* 3- "Robo de atletas"
* 4- Enemigos en la villa olímpica
* 5- Aborígenes y drag-queens
* 6- Timor Oriental
* 7- Sobornos
* 8- Ecos de Vietnam
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en agosto de 2000)
Etiquetas: Afganistán, exURSS, exURSS 2000/05
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