03 diciembre 2010

Wikileaks, euforia y decepción

Se la considera la mayor “liberación” no autorizada de documentación diplomática de la historia. Cerca de un cuarto de millón de documentos clasificados del Departamento de Estado (la cancillería estadounidense) consistentes en comunicaciones desde y hacia embajadas de ese país en alrededor de 80 países. Lo que se ha conocido hasta el momento resultó un poco decepcionante, pero se espera un año de revelaciones. Sobre Uruguay, menos que poco. Lo más específico fue un cable –que hasta ayer había pasado inadvertido– sobre el rol del país en el abastecimiento de Malvinas, sobre América Latina bastante más aunque previsible. El debate que se ha generado a raíz del “Cablegate” refleja un doble signo de los tiempos: por un lado, la antigua potencia hegemónica ve cómo se desmorona su capacidad de guardar en secreto sus tejes y manejes y los de sus aliados; por otra parte, la reflexión sobre los medios. Incluso hay quien propone crear un Wikileak alternativo para publicar aquello que los filtradores filtran.

Fue una semana extraña. En Montevideo el parque Lecoq canjeaba un par de pavos reales –las aves sagradas de Knossos– por un freezer, en España el presidente José Mujica visitaba el estadio del Real Madrid como parte de un viaje privado de atracción de inversiones auspiciado por Paco Casal, y en el mundo la prensa pendulaba entre la expectativa inicial y cierta desilusión posterior por las revelaciones de documentos secretos de Estados Unidos realizados por Wikileaks. Las primeras reacciones del gobierno uruguayo le quitaron trascendencia al “escándalo de los cables”, sobre todo porque por el momento, en lo referido a la arena doméstica, no lo hay. No se conocen, por ejemplo, menciones al estilo ni al pasado presidencial como los que se conocieron sobre otros presidentes. Mujica, en una línea similar a lo que ya había manifestado su colega brasileño Lula da Silva, expresó que no se trata de revelaciones importantes “porque lo importante no lo escriben”. Se supo que el canciller interino (ante el viaje de Luis Almagro a Mar del Plata) iba a pedir información a la legación estadounidense pero, por lo que supo Brecha, la única versión oficial que se ofrece desde esa embajada es “lo que dijo Hillary Clinton en conferencia de prensa”. Algo que, por otra parte, no fue mucho. La política parece ser dejar las respuestas concretas para cuando vayan surgiendo revelaciones específicas. Si se toma en cuenta que Wikileaks estima que leer todos los documentos puede llevarle a una persona 70 años, es claro que muchas palabras incómodas van a quedar sepultadas bajo el exceso de información. Publicar la totalidad de lo obtenido por el sitio web en referencia a Gran Bretaña puede tomar entre ocho meses y un año.
El sitio cablegate.wikileak.org va aumentando día tras día la cantidad de material que pone a disposición de los internautas. Con un reloj de arena de apariencia acuática, en el que parece gotear un planisferio, el sitio va indicando cuántos de los 251.287 materiales disponibles lleva cargados para que sean de conocimiento público. El contenido puede navegarse por fecha de creación, por fecha de lanzamiento, por origen y por tema. Al cierre de esta edición todavía no había documentos catalogados con el “uy” correspondiente a nuestro país (los países aparecen bajo la extensión de sus dominios web), ni tampoco en la letra “M” aparecía ninguno de los que se originaron en la embajada de Estados Unidos en la capital. Sin embargo, en el apartado correspondiente a Argentina es posible detectar varias menciones a esta orilla del Plata.

MALVINAS. Uno de los cables publicados por Wikileaks expresa la preocupación de Estados Unidos de que Uruguay, “por solidaridad con Argentina, pueda en el futuro verse tentado” a impedir el uso de su puerto para barcos que llevan suministros a las Malvinas. La comunicación se originó en la embajada estadounidense en Londres a las siete de la tarde del 24 de febrero de este año.
El consejero Richard Albright (que había estado destinado en Bagdad hasta 2009 y que ocupó otros cargos diplomáticos en Oriente Medio) se refiere a Uruguay en el tercer párrafo de su cable confidencial. Lo hace reportando una reunión mantenida ese mismo día con Andrew Allen, director de la cancillería británica “para los Mares del Sur”. En dicha ocasión Allen le reiteró que el Reino Unido no negociaría la soberanía de las Malvinas con Argentina “sin la aprobación de los isleños” y recordó que éstos se oponen a esta discusión. Aunque hay espacio para “continuar la cooperación con Argentina en otros asuntos”, Allen le planteó a Albright su preocupación por los suministros a las islas, que mayormente se reducen a un vuelo semanal a Chile y a barcos cargueros desde y hacia Uruguay y Brasil.
Albright contextualiza su cable diciendo que se da en un momento en que “las tensiones entre el Reino Unido y Argentina han crecido en la pasada semana debido a una nueva campaña de perforación en las Falkland seguida del arribo de la torre petrolera Ocean Guardian a la cuenca de North Falkland”. El diplomático estadounidense indica que si bien Argentina “cuestionó el derecho del gobierno de las islas Falkland a otorgar licencias para prospecciones petroleras off-shore”, el secretario de Relaciones Exteriores británico, David Miliband, “defendió firmemente la exploración petrolera de acuerdo con la ley internacional”. Dos días antes de la reunión entre Albright y Allen, la petrolera británica Desire Petroleum había comenzado las perforaciones exploratorias luego de un proceso de cinco años de preparación que incluyó la adquisición de licencias aprobadas por el gobernador de las islas, “seguidas de consultas con el secretario de Exteriores del Reino Unido”. La empresa Desire Petroleum confirmó, según el diplomático estadounidense, que “las acciones de Argentina no interrumpirán sus actividades y dijo que ha trabajado de manera cercana con la cancillería británica para evitar inflamar las tensiones”.
Si bien este cable no está entre los difundidos por El País de Madrid, el periódico español publicó otros también vinculados a las Malvinas. El fantasma de 1982 planeó sobre la Casa Blanca. El diario madrileño destacó que Washington “indagó sobre si había debate entre los militares argentinos o dentro del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, respecto a posibles acciones solo o en concierto con otros aliados regionales, como Venezuela”. La intención era “anticipar la reacción argentina, incluidas posibles acciones militares”.

PASTERAS. El 29 de junio del año 2006 el embajador de Estados Unidos en Buenos Aires, Lino Gutiérrez, intentaba decodificar el “estilo K”, ese peculiar modo de ejercer su gestión que tenía el entonces el presidente argentino Néstor Kirchner. El diplomático evaluó que “cuando se enfrenta a un problema, el primer instinto de Kirchner es ir a la ofensiva más que negociar”. Un ejemplo fue la disputa con Uruguay por las pasteras: “Cuando el presidente uruguayo Tabaré Vázquez no respondió adecuadamente a la insistencia de Kirchner de que Uruguay detuviera la construcción de dos plantas papeleras en la frontera con Argentina para realizar estudios ambientales adicionales, la retórica de Kirchner envalentonó a los residentes de la provincia afectada a bloquear los puentes que conectan ambos países, resultando en millones de dólares de pérdidas en comercio y turismo para Uruguay”.
En el párrafo 11 del extenso documento, el embajador estadounidense regresa sobre el tema, ahora para ejemplificar que “la política exterior en el gobierno de Kirchner siempre es subsidiaria de las consideraciones de política doméstica”. Indica que “la línea dura que al menos inicialmente asumió Kirchner” en la disputa con Uruguay “a pesar del daño que pudiera ocasionar al MERCOSUR y a las relaciones bilaterales”, se debió “a la fuerte preocupación de la opinión pública sobre las papeleras, en especial en la provincia de Entre Ríos gobernada por el mismo partido que gobierna el país”.
Un mes más tarde el propio Gutiérrez se refiere al conflicto con Uruguay como uno de los ejemplos de la “falta de atención y comprensión” del entonces presidente sobre la “arena de las relaciones internacionales”, ya que mientras por una parte concebía al MERCOSUR como una alternativa para sus dificultades comerciales a nivel global, por otro lado debilitaba al bloque regional con su actitud en el diferendo por las pasteras.

HAITí. Si bien todavía no se han conocido los cables específicamente originados en Uruguay, en el sitio de Wikileaks sí fueron difundidas varias comunicaciones secretas dirigidas a la embajada de Estados Unidos en Montevideo. Por ejemplo las referidas a la personalidad del presidente haitiano René Preval y a la política “antiterrorista” de Brasil. En el cable sobre Haití se podría pensar que se incluyó a la legación ubicada en Uruguay debido a la presencia de cascos azules uruguayos en aquel país, sin embargo lo curioso es que sólo aparecen como destinatarias las embajadas en Montevideo y Brasilia (y dos consulados en Canadá), cuando la misión de las Naciones Unidas (MINUSTAH) está integrada por 57 países. Entre los destinatarios ausentes está, por citar el caso más evidente, la embajada en Guatemala, país al que corresponde la jefatura actual de la MINUSTAH. Parece, entonces, que Uruguay no estuvo incluido en ese cable solamente por tener fuerzas de paz en territorio haitiano.
La comunicación hace referencia a la preocupación por el carácter vacilante del presidente Preval, su dificultad para ejercer la autoridad, la escasa vinculación orgánica con sus asesores, sus problemas con el alcohol y la falta de entendimiento mutuo con Washington. El extenso texto, significativamente titulado “Deconstruyendo a Preval”, concluye que es una figura indispensable en Haití, pero manifiesta que varias fuentes han señalado que en muchos sentidos Preval sigue siendo “aquel estudiante radical que rompió con su padre conservador y vivió sus años universitarios en la convulsionada Europa de los sesenta”.

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 3-12-2010, el primer párrafo en colaboración con Daniel Gatti)

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