Un lugar que se llamó Birmania
LOS ESCUDOS DE los policías antimotines no se parecen en nada a los occidentales. No son de acrílico sino de un material metálico, de una textura similar al que se usaba en las baterías de cocina antes de la llegada del acero inoxidable, aunque de apariencia maciza. El casco parece quedarles demasiado grande. Como si hubieran sido reclutados a último momento para detener el desborde de las protestas. Al fondo se ve la selva birmana y en primer plano, casi fuera del cuadro de la imagen, el brazo levantado de un monje. No es una foto tomada por un profesional, pero tiene la inmediatez que brindan los teléfonos celulares. Miles de imágenes como esa están circulando en internet a través de las bitácoras electrónicas de un puñado de bloggers birmanos que se han propuesto mostrarle al mundo lo que ocurre en su país. (El enviado especial de la ONU para la ex Birmania insistíó en el diálogo como el camino para solucionar la crisis, y sugirió la posibilidad de ofrecer "incentivos" a la Junta Militar. Mientras, el gobierno birmano anunciaba la creación de una comisión encargada de redactar la nueva Constitución a partir del borrador concluido en setiembre tras 14 años de trabajos, y que califica de pilar de su plan para la democratización del país. //actualización del viernes 18 de octubre, en base a EFE//)
Con perfiles virtuales que llevan nombres tales como Fantasma excéntrico o Conejo nuclear enojado, estos jóvenes que declaran tener entre 17 y 25 años han dejado de lado los temas habituales de sus blogs para concentrarse casi exclusivamente en reflejar las protestas de los monjes que reclaman el fin de la dictadura militar en la ex Birmania, actual Myanmar.
Una de las bloggers más activas, “Dawn_1o9”, utiliza en sus publicaciones diarias un riguroso criterio de edición que parece nacido de una consistente desconfianza en la honestidad de los medios de comunicación tradicionales. Sus reportes están divididos en dos partes, por un lado “lo que escuché” y por otro “lo que vi”. Una cosas son los rumores, otra es aquello de lo que puede darse testimonio directo.
Este tipo de precisión, sumado a la posibilidad de colocar videos y fotos (en algunos casos tomadas por los bloggers, en otros reproducidas de las agencias internacionales y burlando, por lo tanto, la censura interna), ha convertido a los sitios web personales en una de las principales fuentes de información dentro y fuera de fronteras. Tanto es así que el tema ha llegado a preocupar a la junta militar. El Brigadier General Thura Myint Maung, ministro de Asuntos Religiosos de Myanmar, dio un mensaje a la población por la televisión estatal, diciendo que los jóvenes monjes que se lanzaron a las calles han sido “persuadidos” por agitadores externos y por lo que denominó “elementos internos vinculados a internet”. Luego amenazó con tomar ciertas medidas legales, pero no es posible saber cuáles ya que el blogger que escribió el reporte confiesa que el final del discurso lo aburrió tanto que en determinado momento dejó de prestar atención.
Lo cierto es que las conexiones a internet empezaron a experimentar problemas y a quedar inactivas durante varias horas y que algunos internautas, como un joven que firma solamente con la letra “P”, optaron por borrar los artículos políticos que habían colocado en sus páginas web.
Para evitar que se propague el mensaje ya no alcanza con encarcelar al mensajero. El régimen ahora quiere controlar todos los caminos. La agencia EFE, en un reporte difundido por BBC, explica que desde el inicio de las protestas los sistemas de telefonía celular están bloqueados, y señala que en el aeropuerto internacional de Yangon (ex Rangoon) los aduaneros buscan computadoras, cámaras y celulares en los equipajes de los viajeros.
COMENTARIOS PROSAICOS. Ko Htike era hasta hace un mes un enfermero que intentaba salir de la rutina de su trabajo manteniendo su blog La colección prosaica. En setiembre, sin embargo, la realidad hizo virar el contenido de su bitácora. “26/9/07, mi tiempo laboral transcurre trabajando en el hospital YGH... a eso de las dos de la madrugada, cinco pacientes llegaron a nuestra emergencia...tenían disparos de bala ocasionados por militares del gobierno... un paciente murió apenas llegó ( le dispararon en Bladder ) y cuatro todavía están internados, graves. El acompañante dijo que ‘no estaban en la línea de protesta, sólo estaban conversando y mirando la manifestación sentados en las mesas del café que está cerca de la pagoda Shawe Dragon’. Un vehículo militar cruzó la línea de la protesta y desde el vehículo disparaban”.
Los movimientos de la blogósfera birmana de este año comenzaron un mes antes de las protestas de los monjes. En agosto varios sitios recordaron el 8888, que es como se conocen en el país las primeras protestas contra el gobierno militar, ocurridas el día 8, del mes 8 del año 88. Si se piensa que en ese tiempo la mayor parte de los bloggers todavía no habían nacido, la expresión “siglo pasado” adquiere su significado real. Fifty Viss, que hoy tiene 16 años, escribió: “Recuerdo la primera vez que escuché hablar de los alzamientos de 1988. Fue en 1996, cuando yo estaba por cumplir siete años y un amigo de mi padre, de la Universidad visitó a mi familia para traernos un video casero filmado en cinta vhs, sobre las protestas y la violencia del 8888. Las personas que documentaron esos horribles eventos, en una cámara ordinaria de video, debieron de ser enormemente valientes. Recuerdo los primeros minutos, en los que se veía a una multitud protestando en una calle ancha. Mi madre me obligó a cerrar los ojos, yo obedecí, pero pude escuchar los disparos, los gritos y los llantos. Todavía no he tenido el valor para ver la cinta completa”.
EL MIEDO Y LO SAGRADO. En varios de los comentarios que desde Myanmar salen al mundo vía internet, se percibe lo que menciona en su crónica el diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung: “ el miedo, desde hace décadas el apoyo más fiable al poder de la junta, comienza a desvanecerse”. También desde Alemania la periodista Andrea Seibelt explica en Die Welt en qué radica el verdadero poder de los religiosos que encabezan estas protestas, las mayores desde 1988: “los monjes están exentos de la intervención estatal. Destruir su vida sería una gran herejía. Esto fundamenta su libertad. Fomentan la valentía y el espíritu libre. Los monjes budistas, que con toda seguridad no juegan con el azar, han puesto en marcha un experimento de final incierto”.
Si bien no se conoce el final, sí se sabe que la chispa que inició las protestas fue la duplicación de los precios de los combustibles, ocurrida el 15 de agosto, lo que hizo que se disparara el precio del aceite y el arroz, básicos en la dieta de los birmanos más pobres, así como el precio del boleto en el transporte urbano. Luego de las primeras marchas, que comenzaron el 19 de agosto, se fue ampliando la agenda y ahora se pide el fin del gobierno militar. La clave para este cambio fue el involucramiento de los monjes, quienes se sumaron como reacción a la represión contra una marcha pacífica ocurrida el día 5. Aunque a ojos occidentales parezca una plataforma “demasiado amable”, en un principio los monjes sólo exigían que el gobierno “pidiera disculpas” por aquella represión. Eso no ocurrió y el reclamo de apertura política ya parece haber echado raíces en las calles.
Desde hace 45 años, Myanmar, que alguna vez fue Birmania y que como Birmania recibió las cartas credenciales de Pablo Neruda como cónsul chileno, sufre una dictadura. Ahora que los manifestantes han comenzado a perder el miedo, parecen haber trasladado el temor a filas del gobierno. “La Junta se enfrenta a un dilema. La tentación será actuar con fuerza para acabar con las protestas, temiendo que su autoridad está siendo reducida. Si los dirigentes ordenan a las tropas que actúen contra los monjes, se arriesgan a un escenario sangriento que podría no ser apoyado por las fuerzas armadas y podría provocar un serio enfrentamiento en el conjunto de los generales. Crucialmente, la Junta se arriesga a perder el apoyo de China, que sistemáticamente ha blindado al Gobierno de las sanciones y de la repulsa internacional”, explica el diario británico The Time.
LOS 50 MILLONES de habitantes de Myanmar se agolpan en un territorio apenas cuatro veces más grande que Uruguay. La antigua Birmania se llama Myanmar desde 1989 y su rebautismo estuvo rodeado de controversias. La oposición considera hipócrita el pretendido multiculturalismo de los militares que impulsaron el nuevo nombre para incluir a todos los grupos étnicos de esta ex colonia inglesa. Si bien se niegan a usar Myanmar, los opositores aceptan su versión en idioma local, que es casi igual salvo por la erre final. Polémicas aparte, parecería ser que en las conversaciones de cada día los birmanos prefieren llamar a su país Bama.
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 28 de setiembre de 2007 y actualizado una semana más tarde)
Con perfiles virtuales que llevan nombres tales como Fantasma excéntrico o Conejo nuclear enojado, estos jóvenes que declaran tener entre 17 y 25 años han dejado de lado los temas habituales de sus blogs para concentrarse casi exclusivamente en reflejar las protestas de los monjes que reclaman el fin de la dictadura militar en la ex Birmania, actual Myanmar.
Una de las bloggers más activas, “Dawn_1o9”, utiliza en sus publicaciones diarias un riguroso criterio de edición que parece nacido de una consistente desconfianza en la honestidad de los medios de comunicación tradicionales. Sus reportes están divididos en dos partes, por un lado “lo que escuché” y por otro “lo que vi”. Una cosas son los rumores, otra es aquello de lo que puede darse testimonio directo.
Este tipo de precisión, sumado a la posibilidad de colocar videos y fotos (en algunos casos tomadas por los bloggers, en otros reproducidas de las agencias internacionales y burlando, por lo tanto, la censura interna), ha convertido a los sitios web personales en una de las principales fuentes de información dentro y fuera de fronteras. Tanto es así que el tema ha llegado a preocupar a la junta militar. El Brigadier General Thura Myint Maung, ministro de Asuntos Religiosos de Myanmar, dio un mensaje a la población por la televisión estatal, diciendo que los jóvenes monjes que se lanzaron a las calles han sido “persuadidos” por agitadores externos y por lo que denominó “elementos internos vinculados a internet”. Luego amenazó con tomar ciertas medidas legales, pero no es posible saber cuáles ya que el blogger que escribió el reporte confiesa que el final del discurso lo aburrió tanto que en determinado momento dejó de prestar atención.
Lo cierto es que las conexiones a internet empezaron a experimentar problemas y a quedar inactivas durante varias horas y que algunos internautas, como un joven que firma solamente con la letra “P”, optaron por borrar los artículos políticos que habían colocado en sus páginas web.
Para evitar que se propague el mensaje ya no alcanza con encarcelar al mensajero. El régimen ahora quiere controlar todos los caminos. La agencia EFE, en un reporte difundido por BBC, explica que desde el inicio de las protestas los sistemas de telefonía celular están bloqueados, y señala que en el aeropuerto internacional de Yangon (ex Rangoon) los aduaneros buscan computadoras, cámaras y celulares en los equipajes de los viajeros.
COMENTARIOS PROSAICOS. Ko Htike era hasta hace un mes un enfermero que intentaba salir de la rutina de su trabajo manteniendo su blog La colección prosaica. En setiembre, sin embargo, la realidad hizo virar el contenido de su bitácora. “26/9/07, mi tiempo laboral transcurre trabajando en el hospital YGH... a eso de las dos de la madrugada, cinco pacientes llegaron a nuestra emergencia...tenían disparos de bala ocasionados por militares del gobierno... un paciente murió apenas llegó ( le dispararon en Bladder ) y cuatro todavía están internados, graves. El acompañante dijo que ‘no estaban en la línea de protesta, sólo estaban conversando y mirando la manifestación sentados en las mesas del café que está cerca de la pagoda Shawe Dragon’. Un vehículo militar cruzó la línea de la protesta y desde el vehículo disparaban”.
Los movimientos de la blogósfera birmana de este año comenzaron un mes antes de las protestas de los monjes. En agosto varios sitios recordaron el 8888, que es como se conocen en el país las primeras protestas contra el gobierno militar, ocurridas el día 8, del mes 8 del año 88. Si se piensa que en ese tiempo la mayor parte de los bloggers todavía no habían nacido, la expresión “siglo pasado” adquiere su significado real. Fifty Viss, que hoy tiene 16 años, escribió: “Recuerdo la primera vez que escuché hablar de los alzamientos de 1988. Fue en 1996, cuando yo estaba por cumplir siete años y un amigo de mi padre, de la Universidad visitó a mi familia para traernos un video casero filmado en cinta vhs, sobre las protestas y la violencia del 8888. Las personas que documentaron esos horribles eventos, en una cámara ordinaria de video, debieron de ser enormemente valientes. Recuerdo los primeros minutos, en los que se veía a una multitud protestando en una calle ancha. Mi madre me obligó a cerrar los ojos, yo obedecí, pero pude escuchar los disparos, los gritos y los llantos. Todavía no he tenido el valor para ver la cinta completa”.
EL MIEDO Y LO SAGRADO. En varios de los comentarios que desde Myanmar salen al mundo vía internet, se percibe lo que menciona en su crónica el diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung: “ el miedo, desde hace décadas el apoyo más fiable al poder de la junta, comienza a desvanecerse”. También desde Alemania la periodista Andrea Seibelt explica en Die Welt en qué radica el verdadero poder de los religiosos que encabezan estas protestas, las mayores desde 1988: “los monjes están exentos de la intervención estatal. Destruir su vida sería una gran herejía. Esto fundamenta su libertad. Fomentan la valentía y el espíritu libre. Los monjes budistas, que con toda seguridad no juegan con el azar, han puesto en marcha un experimento de final incierto”.
Si bien no se conoce el final, sí se sabe que la chispa que inició las protestas fue la duplicación de los precios de los combustibles, ocurrida el 15 de agosto, lo que hizo que se disparara el precio del aceite y el arroz, básicos en la dieta de los birmanos más pobres, así como el precio del boleto en el transporte urbano. Luego de las primeras marchas, que comenzaron el 19 de agosto, se fue ampliando la agenda y ahora se pide el fin del gobierno militar. La clave para este cambio fue el involucramiento de los monjes, quienes se sumaron como reacción a la represión contra una marcha pacífica ocurrida el día 5. Aunque a ojos occidentales parezca una plataforma “demasiado amable”, en un principio los monjes sólo exigían que el gobierno “pidiera disculpas” por aquella represión. Eso no ocurrió y el reclamo de apertura política ya parece haber echado raíces en las calles.
Desde hace 45 años, Myanmar, que alguna vez fue Birmania y que como Birmania recibió las cartas credenciales de Pablo Neruda como cónsul chileno, sufre una dictadura. Ahora que los manifestantes han comenzado a perder el miedo, parecen haber trasladado el temor a filas del gobierno. “La Junta se enfrenta a un dilema. La tentación será actuar con fuerza para acabar con las protestas, temiendo que su autoridad está siendo reducida. Si los dirigentes ordenan a las tropas que actúen contra los monjes, se arriesgan a un escenario sangriento que podría no ser apoyado por las fuerzas armadas y podría provocar un serio enfrentamiento en el conjunto de los generales. Crucialmente, la Junta se arriesga a perder el apoyo de China, que sistemáticamente ha blindado al Gobierno de las sanciones y de la repulsa internacional”, explica el diario británico The Time.
LOS 50 MILLONES de habitantes de Myanmar se agolpan en un territorio apenas cuatro veces más grande que Uruguay. La antigua Birmania se llama Myanmar desde 1989 y su rebautismo estuvo rodeado de controversias. La oposición considera hipócrita el pretendido multiculturalismo de los militares que impulsaron el nuevo nombre para incluir a todos los grupos étnicos de esta ex colonia inglesa. Si bien se niegan a usar Myanmar, los opositores aceptan su versión en idioma local, que es casi igual salvo por la erre final. Polémicas aparte, parecería ser que en las conversaciones de cada día los birmanos prefieren llamar a su país Bama.
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 28 de setiembre de 2007 y actualizado una semana más tarde)
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