2030: Un escenario poliédrico
La curva ascendente de China y el declive estadounidense estarán en su punto medio en la década del 30. Rusia se habrá robustecido y Europa tendrá finalmente a Turquía dentro de fronteras. El agotamiento del petróleo será mucho más que una amenaza.
EL MUNDO QUE siguió a la Guerra Fría, caracterizado por el unilateralismo de Washington, habrá desaparecido. El escenario internacional de las próximas tres décadas tendrá más actores y será más equilibrado, lo que no implica necesariamente que sea más justo. Dos de los jugadores de peso, China y Rusia, estarán lejos tener regímenes democráticos plenos que garanticen un respeto integral a los derechos humanos.
China, que se habrá consolidado como potencia global, estará enfrentando escasez de agua y alimentos debido a dos factores combinados: el cambio climático y el crecimiento de su población, que se espera que en 2030 llegue a los 1500 millones de personas. Rusia habrá fortalecido su espacio estratégico recuperando estructuras supranacionales en Asia Central y habrá robustecido un rol protagónico que nunca abandonó completamente; como contracara habrá perdido influencia en Ucrania y habrá enfocado de la peor manera posible sus diferencias con Georgia y con las zonas islamistas del Cáucaso, sin descartarse que haya recurrido una vez más a la opción militar.
En Occidente, Estados Unidos se encontrará en la mitad de su curva de declive, la cual se espera que llegue a su punto más bajo en 2050. La realidad de la Unión Europea dependerá de cómo resuelva tres elementos: la tensión entre ampliación y consolidación de sus integrantes, la matriz energética, y la inserción de inmigrantes procedentes de otras culturas (en 2025 habrá 40 millones de musulmanes viviendo en sus fronteras, sin contar el ingreso de Turquía). Se espera que potencias emergentes como India, Brasil, Pakistán, Canadá y Sudáfrica, mantengan o aumenten su influencia.
Será un mundo de colaboración o conflicto según cómo evolucione, por ejemplo, la competencia por los recursos naturales. De acuerdo con investigadores de la Universidad de Basilea “la cuestión no es durante cuánto tiempo tendremos reservas de petróleo crudo, sino durante cuánto tiempo puede crecer la producción”. Es posible que en 2030 se produzca el apogeo global en el uso del petróleo, por lo que en ese entorno temporal “el conflicto por el petróleo crudo aumentará en proporción con su escasez”.
Un cálculo conservador de la Agencia Internacional de Energía, citado por el principal diario oficialista chino, indica que en 2030 el mundo consumirá 113 millones de barriles diarios, 30 millones más que en la actualidad. El periódico, particularmente sensible a este problema debido a que la crisis energética coincidirá con el ascenso de China en el escenario global, indica que la demanda insatisfecha provocará que se dispare el precio del crudo dando lugar a una recesión económica a nivel mundial.
AJUSTES AL PLANISFERIO. El mapa del mundo será diferente en 2030. Existirán nuevos países en tanto que otros habrán modificado sus fronteras. En Europa, Escocia será independiente y es altamente probable de que Turquía haya ingresado a la Unión Europea, al igual que la casi totalidad de los países del este (a excepción de Albania).
En el caso de Kosovo existen por lo menos tres escenarios. Si se logra integrar un Kosovo altamente autónomo en las estructuras europeas, las fronteras balcánicas no experimentarán mayores modificaciones. Si los albanokosovares declaran la independencia unilateralmente, habrá enfrentamientos militares y, en ese caso, el país más afectado será Macedonia. De producirse este segundo escenario, dentro de tres décadas puede haber un mapa albanés que integre Albania, el sur de Kosovo y partes de Macedonia en un solo país, aunque estará todavía más lejos del ingreso a la Unión Europea.
En el tercer escenario, si occidente vence la oposición rusa, Naciones Unidas tendrá un nuevo integrante, llamado Kosova, cuyo territorio estará formado por las tres cuartas partes del actual Kosovo. En ese caso, el norte kosovar se habrá unido a Serbia, país que verá aumentado su territorio a través de la unión voluntaria de la República Serbia de Bosnia. Ese dominó balcánico provocará que la zona croata de Bosnia pase a estar bajo soberanía de Croacia. En consecuencia, el mapa bosnio quedará drásticamente reducido a Sarajevo y sus alrededores, perdiendo incluso el puerto libre que le brinda salida al mar.
MÁS AL ESTE TODAVÍA. Existirá un solo Chipre, aunque la reunificación más trascendente será la de Corea. En Oriente Medio habrá un estado palestino consolidado e independiente. Mal que le pese al actual presidente iraní, Israel seguirá existiendo, aunque habrá replegado sus fronteras abandonando la mayor parte de los territorios que están bajo controversia. Jerusalén todavía no será una ciudad de soberanía compartida, pero ese será su destino a más largo plazo. De hecho ya existe un proyecto del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) que reúne académicos israelíes y palestinos para imaginar la Jerusalén del 2050. La mayor parte de las utopías urbano-políticas hablan de una ciudad multicultural a la altura de su carácter de lugar sagrado para tres religiones.
AMÉRICA LATINA. Si la longevidad lo acompaña, un octogenario Hugo Chávez recibirá el 2030 como presidente de Venezuela. Su influencia –que en la frontera del año 20 habrá adquirido una escala todavía mayor que la actual– estará en declive. Su principal contribución a la región habrá sido su incidencia decisiva en la solución del conflicto colombiano, lo que habrá permitido un espacio de colaboración política con Estados Unidos, principalmente en los períodos de administración demócrata. El desafío central para sus seguidores será cómo encarar un chavismo sin Chávez, con un partido que se habrá desgastado con mayor o menor rapidez según cómo se hayan gestionado los cambios en el escenario global del petróleo.
Bolivia habrá logrado en la práctica una salida al mar, aunque no en los términos soberanistas en que lo desea actualmente. La principal incógnita sobre el futuro boliviano está en la radicalización de las intenciones separatistas de las zonas más ricas del país.
En Chile se habrá registrado la alternancia de partidos en el gobierno, en tanto que Brasil habrá consolidado su viraje al centro. Pese a la fuerza simbólica que habrá adquirido el liderazgo de Chávez, seguirá siendo Brasil –a través de su alianza estratégica con Europa e India– la potencia regional latinoamericana.
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 24 de agosto de 2007)
EL MUNDO QUE siguió a la Guerra Fría, caracterizado por el unilateralismo de Washington, habrá desaparecido. El escenario internacional de las próximas tres décadas tendrá más actores y será más equilibrado, lo que no implica necesariamente que sea más justo. Dos de los jugadores de peso, China y Rusia, estarán lejos tener regímenes democráticos plenos que garanticen un respeto integral a los derechos humanos.
China, que se habrá consolidado como potencia global, estará enfrentando escasez de agua y alimentos debido a dos factores combinados: el cambio climático y el crecimiento de su población, que se espera que en 2030 llegue a los 1500 millones de personas. Rusia habrá fortalecido su espacio estratégico recuperando estructuras supranacionales en Asia Central y habrá robustecido un rol protagónico que nunca abandonó completamente; como contracara habrá perdido influencia en Ucrania y habrá enfocado de la peor manera posible sus diferencias con Georgia y con las zonas islamistas del Cáucaso, sin descartarse que haya recurrido una vez más a la opción militar.
En Occidente, Estados Unidos se encontrará en la mitad de su curva de declive, la cual se espera que llegue a su punto más bajo en 2050. La realidad de la Unión Europea dependerá de cómo resuelva tres elementos: la tensión entre ampliación y consolidación de sus integrantes, la matriz energética, y la inserción de inmigrantes procedentes de otras culturas (en 2025 habrá 40 millones de musulmanes viviendo en sus fronteras, sin contar el ingreso de Turquía). Se espera que potencias emergentes como India, Brasil, Pakistán, Canadá y Sudáfrica, mantengan o aumenten su influencia.
Será un mundo de colaboración o conflicto según cómo evolucione, por ejemplo, la competencia por los recursos naturales. De acuerdo con investigadores de la Universidad de Basilea “la cuestión no es durante cuánto tiempo tendremos reservas de petróleo crudo, sino durante cuánto tiempo puede crecer la producción”. Es posible que en 2030 se produzca el apogeo global en el uso del petróleo, por lo que en ese entorno temporal “el conflicto por el petróleo crudo aumentará en proporción con su escasez”.
Un cálculo conservador de la Agencia Internacional de Energía, citado por el principal diario oficialista chino, indica que en 2030 el mundo consumirá 113 millones de barriles diarios, 30 millones más que en la actualidad. El periódico, particularmente sensible a este problema debido a que la crisis energética coincidirá con el ascenso de China en el escenario global, indica que la demanda insatisfecha provocará que se dispare el precio del crudo dando lugar a una recesión económica a nivel mundial.
AJUSTES AL PLANISFERIO. El mapa del mundo será diferente en 2030. Existirán nuevos países en tanto que otros habrán modificado sus fronteras. En Europa, Escocia será independiente y es altamente probable de que Turquía haya ingresado a la Unión Europea, al igual que la casi totalidad de los países del este (a excepción de Albania).
En el caso de Kosovo existen por lo menos tres escenarios. Si se logra integrar un Kosovo altamente autónomo en las estructuras europeas, las fronteras balcánicas no experimentarán mayores modificaciones. Si los albanokosovares declaran la independencia unilateralmente, habrá enfrentamientos militares y, en ese caso, el país más afectado será Macedonia. De producirse este segundo escenario, dentro de tres décadas puede haber un mapa albanés que integre Albania, el sur de Kosovo y partes de Macedonia en un solo país, aunque estará todavía más lejos del ingreso a la Unión Europea.
En el tercer escenario, si occidente vence la oposición rusa, Naciones Unidas tendrá un nuevo integrante, llamado Kosova, cuyo territorio estará formado por las tres cuartas partes del actual Kosovo. En ese caso, el norte kosovar se habrá unido a Serbia, país que verá aumentado su territorio a través de la unión voluntaria de la República Serbia de Bosnia. Ese dominó balcánico provocará que la zona croata de Bosnia pase a estar bajo soberanía de Croacia. En consecuencia, el mapa bosnio quedará drásticamente reducido a Sarajevo y sus alrededores, perdiendo incluso el puerto libre que le brinda salida al mar.
MÁS AL ESTE TODAVÍA. Existirá un solo Chipre, aunque la reunificación más trascendente será la de Corea. En Oriente Medio habrá un estado palestino consolidado e independiente. Mal que le pese al actual presidente iraní, Israel seguirá existiendo, aunque habrá replegado sus fronteras abandonando la mayor parte de los territorios que están bajo controversia. Jerusalén todavía no será una ciudad de soberanía compartida, pero ese será su destino a más largo plazo. De hecho ya existe un proyecto del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) que reúne académicos israelíes y palestinos para imaginar la Jerusalén del 2050. La mayor parte de las utopías urbano-políticas hablan de una ciudad multicultural a la altura de su carácter de lugar sagrado para tres religiones.
AMÉRICA LATINA. Si la longevidad lo acompaña, un octogenario Hugo Chávez recibirá el 2030 como presidente de Venezuela. Su influencia –que en la frontera del año 20 habrá adquirido una escala todavía mayor que la actual– estará en declive. Su principal contribución a la región habrá sido su incidencia decisiva en la solución del conflicto colombiano, lo que habrá permitido un espacio de colaboración política con Estados Unidos, principalmente en los períodos de administración demócrata. El desafío central para sus seguidores será cómo encarar un chavismo sin Chávez, con un partido que se habrá desgastado con mayor o menor rapidez según cómo se hayan gestionado los cambios en el escenario global del petróleo.
Bolivia habrá logrado en la práctica una salida al mar, aunque no en los términos soberanistas en que lo desea actualmente. La principal incógnita sobre el futuro boliviano está en la radicalización de las intenciones separatistas de las zonas más ricas del país.
En Chile se habrá registrado la alternancia de partidos en el gobierno, en tanto que Brasil habrá consolidado su viraje al centro. Pese a la fuerza simbólica que habrá adquirido el liderazgo de Chávez, seguirá siendo Brasil –a través de su alianza estratégica con Europa e India– la potencia regional latinoamericana.
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 24 de agosto de 2007)
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