28 julio 2007

La desbandada

En Francia, el “huracán Sarko” continúa despeinando con fuerza las engominadas estructuras del Partido Socialista (PS) y provocando una fuga de cuadros hacia el gobierno del líder de la “nueva derecha” si no masiva al menos considerable. Tanto es así que, según una nota publicada en el diario Le Monde, la actualidad francesa está dominada por dos preguntas. Una se la formulan en el propio PS: “¿ya te contactaron?”. Los cuadros socialistas ya saben que se refiere al canto de sirenas del presidente Nicolás Sarkozy (foto).

Algunos han logrado atarse al mástil del barco de un partido que hace agua y responder con una negativa. Otros han dado la razón al título de ese artículo: “Angustia en el PS: ya no es una oposición, es una desbandada”. Una crisis de identidad que según el semanario Le Nouvel Observateur afecta el corazón de la maquinaria socialista. No sólo altos dirigentes, también algunos cuadros medios están dando el paso. “Si seguimos así, pronto estaremos todos en una comisión”, comprueba con amarga ironía el diputado Jean-Christophe Cambadélis.

La segunda pregunta es la contracara de la anterior y refleja de un modo casi caricaturesco el empuje del actual presidente. “¿Por qué iba a privarme de hacerlo?” De acuerdo con un cable de la agencia AP, esa pregunta retórica se la hizo Sarkozy al comentar el nombramiento del socialista Bernard Kouchner (foto) como canciller. Y se respondió con indisimulado desparpajo: “Claro que lo elegí porque era popular. Al Partido Socialista le dejo aquellos que no lo son”. Como un saqueador sin culpa que sabe que el principal límite entre ser considerado un pirata o un sir es el éxito que se alcance al final de la singladura, el mandatario comentó que “mientras los socialistas tratan de arreglar los daños de su bodega, yo izo la vela mayor y reúno a los franceses para las reformas”.


PERÍODO DE PASES. El soplo más reciente se llevó de la dirección del PS a una de las figuras más legendarias de la administración del fallecido presidente socialista François Mitterrand: como si fuera una pluma, Sarkozy levantó en peso a Jack Lang y lo depositó en una comisión de notables que analiza desde el miércoles 18 las transformaciones institucionales de Francia. Pero el fichaje del ex ministro de Cultura, quien asegura seguir siendo socialista, no fue el más impactante. Para quienes asistieron a las revueltas de los barrios de inmigrantes de 2005, tal vez la mayor sorpresa haya sido la integración al gobierno de Fadela Amara, fundadora del colectivo feminista “Ni putas ni sumisas”.

Si el panorama se mira desde el punto de vista de las trayectorias en la estructura socialista, el principal golpe de efecto puede haber sido el nombramiento de Kouchner, creador de Médicos sin Fronteras y de Médicos del Mundo. O incluso el de Martin Hirsch (foto), que era presidente de la rama francesa de la organización solidaria cristiana Emaús hasta que pasó a desempeñarse como alto comisionado contra la pobreza.

El podio de las sorpresas también lo integra Éric Besson (foto), que de ser el asesor principal del PS en temas económicos se transformó en secretario de Estado a cargo de la prospectiva de las políticas públicas. Todos nombres que hasta hace algunas semanas nadie pensaba que llegarían a prestar juramento como integrantes de un gobierno que es visto como el arquetipo de la nueva derecha europea. Las herramientas del éxito de Sarkozy en este campo han sido tres: ideas, acción y absolución. Ideas viejas pero que se formulan de manera directa con una nueva elocuencia. Acción en todos los campos mediante una iniciativa arrolladora que parece calcada de las grandes corporaciones. Absolución de las culpas mediante la repetición de un mantra: el servicio público no es de derecha ni de izquierda.

MUTACIÓN. Quienes la han entrevistado la describen como una mujer menuda y fuerte. Con sus artículos, sus libros, sus giras, y sobre todo con su activismo en los barrios de inmigrantes, Fadela Amara ha denunciado con insistencia la discriminación múltiple que padecen las mujeres jóvenes y pobres de la periferia de las grandes ciudades francesas. Suburbios en los que ha venido creciendo el peso de los valores conservadores, que a los códigos islámicos de vestimenta han sumado una verdadera obsesión colectiva “por el honor” que hace de la virginidad de las adolescentes una cuestión tribal “donde los derechos más fundamentales son confiscados”. Sus diagnósticos hablan de generaciones que están al borde del “suicidio social”, que no tienen “un líder que los represente” y que apenas lograron un atisbo de acción colectiva en las revueltas de 2005, cuando reclamaron con dureza la dimisión del entonces ministro del Interior.

Fue precisamente aquel político el que ahora, ungido presidente de Francia, convocó a Amara (foto), hija de inmigrantes argelinos, para ocupar el cargo de secretaria de Ciudadanía. La aceptación de este puesto generó una esperable polémica. A las críticas de tipo principista se opuso el pragmatismo de “cambiar las cosas desde una posición de poder”. En todo caso la sorpresa debe ser relativizada. Amara siempre fue socialista, pero también ha tenido una actitud independiente que la llevó, por ejemplo, a no ahorrar críticas públicas contra “esos sociólogos de izquierda que se ganan becas y premios estudiando a los pobres y opinan sin saber de lo que hablan”.

UNA SITUACIÓN PENSADA. El sábado 14 el diario Folha de São Paulo publicó una entrevista con el filósofo André Glucksmann, a quien presentó como el nombre más identificado con la “derechización” de la intelectualidad francesa. Glucksmann forma parte de los llamados néoréac (neorreaccionarios) que incluso antes de producirse los “pases en comisión” de los cuadros políticos socialistas ya aplaudieron la derrota de Ségolène Royal (foto). Fue de los primeros en apoyar a Sarkozy y no se queda en una visión provocadora de la política doméstica, sino que también salta al terreno global llamando al “antiamericanismo” “la religión de los imbéciles”. Glucksmann afirma que respaldó al actual presidente porque la izquierda “olvidó la lucha por la libertad y la fraternidad”. Curiosamente, parece coincidir con el flamante canciller Kourchner cuando dice que el nuevo gobierno, lejos de ser un retroceso en política exterior, es una oportunidad de que Francia “vuelva a luchar en favor de los derechos humanos”.

El periódico paulista traza una línea de continuidad entre las posiciones de Glucksmann (foto) y otros episodios protagonizados a comienzos de siglo por intelectuales “políticamente incorrectos”. La catedrática de filosofía de la Universidad de São Paulo Olgária Matos opina que este “viraje conservador” ha conectado con el fenómeno Sarkozy en un punto de intersección que no es político sino civilizatorio. Se trata “de un regreso imaginario a la idea de una Francia grande, con un gran papel que cumplir en el mundo, sobre todo en la defensa de los derechos humanos”. O tal vez se trate simplemente de lo que sugiere Eduardo Febbro, el corresponsal en París del diario argentino Página 12: la calidad biodegradable que parecen tener las identidades políticas en el mundo de hoy. El ringtone de moda en París ya no es la Internacional.

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en la contratapa del semanario Brecha el 20 de julio de 2007)

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