22 agosto 2003

Crónica de Travnik: La amargura de los cónsules

Hasta fin de año, el dilema sobre la nacionalidad de Ivo Andric se podrá resolver como lo hizo la editorial Debate en la escueta ficha biográfica de la solapa de Crónica de Travnik. Hasta diciembre alcanzará con decir que Ivo Andric es yugoslavo. Pero en enero de 2003, cuando ya esté aprobada la Constitución de la unión de Serbia y Montenegro, y se haya completado el proceso que comenzó este 14 de marzo y que llevará a la extinción de la tercera Yugoslavia, no alcanzará con una respuesta tan simple. ¿Cuál será entonces la nacionalidad de este escritor de familia y educación croata, nacido en una aldea austrohúngara que ahora pertenece a Bosnia-Herzegovina, y que fue diplomático al servicio de la monarquía serbia? De algunas facetas de este problema hablan las páginas de Crónica de Travnik, un libro que el paso de los años ha vuelto todavía más autobiográfico.

La acción, que se inicia el último viernes de octubre de 1806, transcurre en tiempos de las guerras napoleónicas, en una ciudad bosnia bajo control otomano, Travnik, a la que llegan dos cónsules: el francés y el austríaco. En la biografía de Andric es posible rastrear los insumos de los que se valió para crear esta historia. Siendo él mismo cónsul en París del Reino de Serbios, Croatas y Eslovenos, embrión de la primera Yugoslavia, se sabe que leyó en profundidad la correspondencia de Pierre David, que fuera cónsul francés en Travnik. En esos tiempos, Andric combinaba una intensa tarea literaria con su trabajo diplomático, campo en el que en 1935 llegó a ser jefe del Departamento de Asuntos Políticos, paso previo a su designación como Ministro de Relaciones Exteriores de Yugoslavia, en 1937. A pesar de esa doble actividad, Andric no olvidaba el proyecto literario que desembocaría en la Crónica de Travnik, y en 1938 logró obtener toda la documentación correspondiente al trabajo de los cónsules austríacos que sirvieron en Travnik entre 1806 y 1817, Paul von Mittesser y Jakob von Paulich. En su libro, Andric mantuvo los apellidos de estos cónsules.

Crónica de Travnik es un libro amargo. Sus personajes centrales , los cónsules austríacos y el cónsul de Bonaparte, trazan un cuadro de desencanto y pesimismo, que nace tanto del entorno hostil en el que se ven obligados a vivir, como en la convicción de que sus intentos para consolidar la influencia de sus imperios en esa tierra musulmana están condenados al fracaso. Resulta inevitable relacionar este tono sombrío con la última etapa de la vida diplomática de Andric bajo la primera Yugoslavia, que coincidió con el momento en que su investigación sobre “el tiempo de los cónsules” empezó a tomar forma literaria.

==Primera parte de tres

* 2- El pacto con el Eje
* 3- La literatura como refugio

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha en agosto de 2003)

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