Irak: la decadencia del imperio americano
El coche bomba que mató al presidente del Consejo de Gobierno iraquí fue seguida por una declaración de las fuerzas de ocupación angloestadounidenses más parecida a la desesperación que a la tozudez: nada hará variar el cronograma de traspaso del poder a las autoridades provisorias iraquíes. Si no fuera porque hay vidas en juego podría hacerse una acotación de mal gusto: si es que queda alguna autoridad provisoria con vida.
El atentado del lunes que costó la vida de Izzedin Salim (foto) no desentonó con la realidad que vive la coalición ocupante en Irak. No tienen el control de la situación en el terreno, y todos los intentos de neutralizar a la variopinta resistencia iraquí han resultado ineficaces. Sin embargo, la combinación de esa incapacidad militar con las revelaciones sobre responsabilidades de la cadena de mandos en las torturas a detenidos, puede resultar una carga demasiado pesada para el futuro político del presidente de Estados Unidos. Una retirada que se parezca más a una estampida que a una transición no ayudará a cambiar esa tendencia.
Este miércoles la revista alemana Stern publicó un informe especial con el material que uno de sus periodistas obtuvo en una base del ejército de Estados Unidos ubicada en Afganistán. Allí se afirma que el maltrato a los prisioneros es un método habitual en los distintos frentes de la autoproclamada “guerra contra el terrorismo”. De acuerdo con la publicación europea, al ya conocido sistema de privación del sueño y del uso de perros militares como forma de intimidación, se sumaría el "uso de temperaturas altas y bajas" y la utilización de ruidos ensordecedores según una técnica que se conocería como “sobrecarga sensorial". Estas revelaciones llegadas del otro lado del Atlántico ocurren en una semana en la que la prensa estadounidense ha insistido en que las torturas estarían fundamentadas en órdenes del Departamento de Estado.
Más allá de los eufemismos de moda, la que ha estado sometida a una “sobrecarga sensorial” ha sido la opinión pública mundial que asiste, en primera fila, al absurdo en que se ha convertido la principal campaña militar de la potencia hegemónica. Primero hubo que ver las fotografías de sonrientes marines que posaban junto a los prisioneros vejados, en una actitud de irresponsables oficinistas en fin de semana que se toman una instantánea con la pieza que acaban de cobrar. Luego vino la presunta respuesta de los islamistas radicales que degollaron ante una cámara de video a un rehen occidental. Tras esto la inverosímil entrevista a la soldado que protagonizaba la mayoría de las fotos de humillaciones a prisioneros de guerra, en la que se la escuchaba decir que “no sentía que estuviera haciendo nada malo”. Y finalmente la avalancha de hipocresías y medias verdades que aparentemente estarían avalando la sospecha de que el maltrato a los detenidos es una política más que una desviación.
==Primera parte de dos
* 2- El fin y los medios
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha 21 de mayo de 2004)
El atentado del lunes que costó la vida de Izzedin Salim (foto) no desentonó con la realidad que vive la coalición ocupante en Irak. No tienen el control de la situación en el terreno, y todos los intentos de neutralizar a la variopinta resistencia iraquí han resultado ineficaces. Sin embargo, la combinación de esa incapacidad militar con las revelaciones sobre responsabilidades de la cadena de mandos en las torturas a detenidos, puede resultar una carga demasiado pesada para el futuro político del presidente de Estados Unidos. Una retirada que se parezca más a una estampida que a una transición no ayudará a cambiar esa tendencia.
Este miércoles la revista alemana Stern publicó un informe especial con el material que uno de sus periodistas obtuvo en una base del ejército de Estados Unidos ubicada en Afganistán. Allí se afirma que el maltrato a los prisioneros es un método habitual en los distintos frentes de la autoproclamada “guerra contra el terrorismo”. De acuerdo con la publicación europea, al ya conocido sistema de privación del sueño y del uso de perros militares como forma de intimidación, se sumaría el "uso de temperaturas altas y bajas" y la utilización de ruidos ensordecedores según una técnica que se conocería como “sobrecarga sensorial". Estas revelaciones llegadas del otro lado del Atlántico ocurren en una semana en la que la prensa estadounidense ha insistido en que las torturas estarían fundamentadas en órdenes del Departamento de Estado.
Más allá de los eufemismos de moda, la que ha estado sometida a una “sobrecarga sensorial” ha sido la opinión pública mundial que asiste, en primera fila, al absurdo en que se ha convertido la principal campaña militar de la potencia hegemónica. Primero hubo que ver las fotografías de sonrientes marines que posaban junto a los prisioneros vejados, en una actitud de irresponsables oficinistas en fin de semana que se toman una instantánea con la pieza que acaban de cobrar. Luego vino la presunta respuesta de los islamistas radicales que degollaron ante una cámara de video a un rehen occidental. Tras esto la inverosímil entrevista a la soldado que protagonizaba la mayoría de las fotos de humillaciones a prisioneros de guerra, en la que se la escuchaba decir que “no sentía que estuviera haciendo nada malo”. Y finalmente la avalancha de hipocresías y medias verdades que aparentemente estarían avalando la sospecha de que el maltrato a los detenidos es una política más que una desviación.
==Primera parte de dos
* 2- El fin y los medios
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha 21 de mayo de 2004)
Etiquetas: Afganistán, EEUU 2004/2005, Estados Unidos, Irak 2001/2004
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