21 mayo 2004

El fin y los medios

Durante casi toda su vida Nicolás Maquiavelo cargó con un sino trágico que le llevó a caer en desgracia cada vez que parecía que la fortuna iba a sonreirle. Un sino que persiguió a este pensador esencial del Renacimiento incluso después de su muerte. De todo lo que aportó a las concepciones entonces incipientes de virtud cívica y republicanismo, lo que más se recuerda es la idea descontextualizada de que el fin justifica los medios. Esa versión bastardeada de Maquiavelo aparece como un espectro toda vez que se debate, con mayor o menor seriedad, el tema de los apremios físicos a los detenidos. El citado número de la revista Stern también publica una encuesta que al menos acerca un dato de sensatez: el 74 por ciento de los alemanes considera injusto torturar a sospechosos de terrorismo, incluso en aquellos casos en los que se pudiera obtener información vital para salvar vidas de inocentes.

Estos días los abonados a la televisión por cable pudieron vivir ese dilema en tiempo real. Mientras uno de los canales de noticias mostraba imágenes de las vejaciones a los presos iraquíes, la señal de Fox continuaba la emisión semanal de la serie 24 (cuya primer temporada se pudo ver por la televisión abierta), en la que una unidad de lucha antiterrorista intenta evitar un atentado con armas biológicas en la ciudad de Los Ángeles. Así como el año pasado era el personaje del Presidente de los Estados Unidos (foto) quien se sentaba en su escritorio a ver en directo cómo era torturado un sospechoso, el capítulo de esta semana mostró a los dos protagonistas, agentes de campo, abriéndole la palma de la mano con un cuchillo a uno de los villanos. Nada nuevo bajo el foco de interrogatorio: la industria del entretenimiento se ha especializado desde siempre en héroes de acción que, naturalmente o como último recurso, recurren a métodos no convencionales para obtener información o confesiones.

Es probable entonces que la opinión pública estadounidense hubiera estado dispuesta a aceptar fotografías de agentes especiales torturando a prisioneros para saber dónde está el arsenal de la resitencia iraquí. Lo que le ha de ser más difícil de aceptar, entonces, no sería el apremio sino el hecho de que se trata de fotografías que revelan que la vejación estuvo acompañada por una actitud de alegría casi deportiva en los torturadores. Mucho queda por saberse todavía acerca de las circunstancias que rodearon la filtración y publicación de las pruebas. Es probable que sigan las revelaciones acerca de las responsabilidades últimas en los malos tratos. Mientras eso sucede, queda en las retinas la decadente imagen del imperio americano.

==Segunda parte de dos

* 1- Irak: la decadencia del imperio americano

(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha 21 de mayo de 2004)

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