No todos los dictadores mueren igual (XI)
Fines de otoño
La trayectoria vital de los dictadores, y en particular las circunstancias de su muerte, es una fuente en la que la literatura suele abrevar con frecuencia. Un frenómeno que ya en la década de los setenta fue analizado por Angel Rama, quien elaboró un ensayo titulado Los dictadores Latinoamericanos.
La literatura de esta parte del mundo ha hecho de la "novela de dictadores" casi un subgénero específico. Desde el Tirano Banderas de Ramón del Valle-Inclán hasta la reciente La Fiesta del Chivo, de Vargas Llosa, pasando por clásicos como Yo el Supremo, de Augusto Roa Bastos, o Señor Presidente, de Miguel Ángel Asturias. También el pinochetismo ha tenido sus versiones literarias (Tengo miedo torero, de Pedro Lemebel, o Nocturno de Chile, de Roberto Bolaño), al igual que la Nicaragua de los Somoza (Sombras nada más, de Sergio Ramírez).
Pero si hay un libro emblemática de esa narrativa del poder absoluto, probablemente sea El otoño del patriarca, de Gabriel García Márquez. En la muerte de ese excéntrico personaje puede encontrarse el denominador común de varios distintos finales de los dictadores modernos. Porque a pesar de lo diferente de sus circunstancias, bien imaginó García Márquez que, en el fondo, todo dictador termina “tronchado de raíz por el trancazo de la muerte, volando entre el rumor oscuro de las últimas hojas heladas de su otoño hacia la patria de tinieblas de la verdad del olvido, agarrado de miedo a los trapos de hilachas podridas del balandrán de la muerte y ajeno a los clamores de las muchedumbres frenéticas que se echaban a las calles cantando los himnos de júbilo de la noticia jubilosa de su muerte”
==Onceava parte de once
* 1- No todos los dictadores mueren igual
* 2- Trujillo
* 3- Los Somoza
* 4- Stroessner y Batista
* 5- Ante Pavelic
* 6- Salazar
* 7- Los coroneles
* 8- Idi Amin
* 9- Macías Nguema
* 10- Pol Pot
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 12 de enero de 2007)
La trayectoria vital de los dictadores, y en particular las circunstancias de su muerte, es una fuente en la que la literatura suele abrevar con frecuencia. Un frenómeno que ya en la década de los setenta fue analizado por Angel Rama, quien elaboró un ensayo titulado Los dictadores Latinoamericanos.
La literatura de esta parte del mundo ha hecho de la "novela de dictadores" casi un subgénero específico. Desde el Tirano Banderas de Ramón del Valle-Inclán hasta la reciente La Fiesta del Chivo, de Vargas Llosa, pasando por clásicos como Yo el Supremo, de Augusto Roa Bastos, o Señor Presidente, de Miguel Ángel Asturias. También el pinochetismo ha tenido sus versiones literarias (Tengo miedo torero, de Pedro Lemebel, o Nocturno de Chile, de Roberto Bolaño), al igual que la Nicaragua de los Somoza (Sombras nada más, de Sergio Ramírez).
Pero si hay un libro emblemática de esa narrativa del poder absoluto, probablemente sea El otoño del patriarca, de Gabriel García Márquez. En la muerte de ese excéntrico personaje puede encontrarse el denominador común de varios distintos finales de los dictadores modernos. Porque a pesar de lo diferente de sus circunstancias, bien imaginó García Márquez que, en el fondo, todo dictador termina “tronchado de raíz por el trancazo de la muerte, volando entre el rumor oscuro de las últimas hojas heladas de su otoño hacia la patria de tinieblas de la verdad del olvido, agarrado de miedo a los trapos de hilachas podridas del balandrán de la muerte y ajeno a los clamores de las muchedumbres frenéticas que se echaban a las calles cantando los himnos de júbilo de la noticia jubilosa de su muerte”
==Onceava parte de once
* 1- No todos los dictadores mueren igual
* 2- Trujillo
* 3- Los Somoza
* 4- Stroessner y Batista
* 5- Ante Pavelic
* 6- Salazar
* 7- Los coroneles
* 8- Idi Amin
* 9- Macías Nguema
* 10- Pol Pot
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Brecha el 12 de enero de 2007)
Etiquetas: Literatura
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