Tarantella a la Tarantino
La prensa italiana calificó a Sangre Viva como “Pulp Fiction alla pugliese”. No porque tuviera nada que ver con el tango sino porque Sangre Viva busca reflejar con tanta fidelidad los códigos rústicos y a veces violentos de cierta zona de Puglia en la que fue filmada, que cuando se presentó en los cines de Italia se la exhibió hablada en el dialecto regional y subtitulada en italiano. La combinación de una atmósfera provinciana de fuertes tradiciones con una dura historia en la que se mezclan la droga, el tráfico de ilegales albaneses y el contrabando, da por resultado una película con personalidad que no cae en el pintoresquismo.
Este filme muestra ese mundo a través de la vida de una familia de músicos de tarantella. No lo hace con la mirada ajena del realizador de laboratorio que quiere mostrar una Italia rural y misteriosa que no conoce, lo que sólo daría como resultado un conjunto de lugares comunes. Edoardo Winspeare, nacido en la propia Puglia y ganador del Premio Nuevos Directores en el Festival de San Sebastián, da la sensación en todo momento de que conoce el paño que está cortando.
Básicamente la historia gira en torno de dos hermanos. Uno entregado al consumo de drogas e involucrado con tres amigos como los que pueden encontrarse en cualquier ciudad de provincia: el hijo ‘de buena familia’ que no sienta cabeza, el camello que vende sustancias prohibidas en beneficio del mafioso local, el muchacho atolondrado que los sigue a todas partes y que finalmente termina traicionándolos. Por supuesto sueñan con dar el gran golpe que los saque de ese oscuro lugar, y por supuesto hay una muchacha de buen corazón que quiere regenerar al galán descarriado. Pero sin melodrama. El hermano mayor (foto) lleva la casa adelante, tiene un matrimonio en el que parece no ser feliz, lo atormenta algún que otro remordimiento, le debe dinero y favores al mafioso, de vez en cuando trafica mercancía de contrabando en su camión. La música y el baile de la tarantella, o mejor dicho la pizzicata, que es una forma arcaica de la tarantella, actúa como una herencia clánica que tensa la relación entre los hermanos.
El menor se niega a seguir tocando aunque tiene talento; el mayor la abraza de una manera casi fanática. Como en todo pueblo chico sus destinos se cruzan constantemente, hasta cuando los amigos del menor deciden robar un banco. La música está presente en la dosis justa, y la pizzicata está mostrada en su ambiente natural, lo que le da un cuerpo que en muchos momentos recuerda al flamenco. Los personajes se entremezclan, rodean y chocan, como en un baile. Su destino trágico se va tejiendo sin nada que desvíe la atención hacia vueltas de tuerca supuestamente ingeniosas. No hay tuercas que girar porque los personajes están clavados a su destino. No hay otro código que el de seguir adelante. El director coloca la cámara y es la historia la que pauta el ritmo. Parece el pulso de un veterano, y ésta es apenas la segunda película del realizador de 35 años. La Italia profunda está más cerca de la rústica vecina balcánica que lo que podría suponerse de este lado del Atlántico.
SANGRE VIVA - Director:Edoardo Winspeare. Con Abrahim, Danilo Andrioli, Antonio Carluccio.
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Posdata en diciembre de 2000)
Este filme muestra ese mundo a través de la vida de una familia de músicos de tarantella. No lo hace con la mirada ajena del realizador de laboratorio que quiere mostrar una Italia rural y misteriosa que no conoce, lo que sólo daría como resultado un conjunto de lugares comunes. Edoardo Winspeare, nacido en la propia Puglia y ganador del Premio Nuevos Directores en el Festival de San Sebastián, da la sensación en todo momento de que conoce el paño que está cortando.
Básicamente la historia gira en torno de dos hermanos. Uno entregado al consumo de drogas e involucrado con tres amigos como los que pueden encontrarse en cualquier ciudad de provincia: el hijo ‘de buena familia’ que no sienta cabeza, el camello que vende sustancias prohibidas en beneficio del mafioso local, el muchacho atolondrado que los sigue a todas partes y que finalmente termina traicionándolos. Por supuesto sueñan con dar el gran golpe que los saque de ese oscuro lugar, y por supuesto hay una muchacha de buen corazón que quiere regenerar al galán descarriado. Pero sin melodrama. El hermano mayor (foto) lleva la casa adelante, tiene un matrimonio en el que parece no ser feliz, lo atormenta algún que otro remordimiento, le debe dinero y favores al mafioso, de vez en cuando trafica mercancía de contrabando en su camión. La música y el baile de la tarantella, o mejor dicho la pizzicata, que es una forma arcaica de la tarantella, actúa como una herencia clánica que tensa la relación entre los hermanos.
El menor se niega a seguir tocando aunque tiene talento; el mayor la abraza de una manera casi fanática. Como en todo pueblo chico sus destinos se cruzan constantemente, hasta cuando los amigos del menor deciden robar un banco. La música está presente en la dosis justa, y la pizzicata está mostrada en su ambiente natural, lo que le da un cuerpo que en muchos momentos recuerda al flamenco. Los personajes se entremezclan, rodean y chocan, como en un baile. Su destino trágico se va tejiendo sin nada que desvíe la atención hacia vueltas de tuerca supuestamente ingeniosas. No hay tuercas que girar porque los personajes están clavados a su destino. No hay otro código que el de seguir adelante. El director coloca la cámara y es la historia la que pauta el ritmo. Parece el pulso de un veterano, y ésta es apenas la segunda película del realizador de 35 años. La Italia profunda está más cerca de la rústica vecina balcánica que lo que podría suponerse de este lado del Atlántico.
SANGRE VIVA - Director:Edoardo Winspeare. Con Abrahim, Danilo Andrioli, Antonio Carluccio.
(Artículo de Roberto López Belloso publicado en Posdata en diciembre de 2000)
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